Escribe:
Rogelio Llanos Q.
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I -
Hace poco recibimos un correo electrónico
de una amiga en el cual nos pedía una opinión acerca de un texto que contiene una
serie de adjetivos y sustantivos masculinos con sus respectivos significados,
por lo general positivos, halagadores y celebratorios, y a los cuales se oponen las correspondientes formas femeninas acompañadas
de una lacónica acepción: puta. El título del texto, de autor anónimo, es en
realidad una pregunta: La Gramática
Castellana ¿es Machista? Nuestra amiga, oscilando entre la sorpresa y la
curiosidad, reclamaba una respuesta contundente, firme, aclaratoria.
Consigno a continuación la lista de
términos que el texto de marras contiene:
Zorro: Héroe
justiciero
Zorra: Puta
Perro: Mejor
amigo del hombre
Perra: Puta
Aventurero:
Osado, valiente, arriesgado.
Aventurera:
Puta
Ambicioso:
Visionario, enérgico, con metas
Ambiciosa: Puta
Cualquier:
Fulano, mengano, zutano
Cualquiera:
Puta
Regalado:
Participio del verbo regalar
Regalada: Puta
Callejero: De
la calle, urbano.
Callejera: Puta
Hombrezuelo:
Hombrecillo, mínimo, pequeño
Mujerzuela: Puta
Atorrante: Adj.
que indica simpatía y viveza.
Atorranta: Puta
Para empezar, observamos que las acepciones
de los términos anotados no necesariamente provienen del DRAE o de un Espasa o
un Larrouse. No hay, pues, rigurosidad en la definición de dichos términos.
Aclaramos también que en el texto, motivo de esta nota, hay otros términos más
que tienen una connotación negativa para el género femenino, sin llegar a lo
que sería el insulto extremo, es decir, puta, y que los estamos dejando de
lado, pues allí la rigurosidad se pierde totalmente o, en todo caso, su
liviandad o ausencia de gracia (hay un decidido intento del autor de parecer
detallista o gracioso) no justifica análisis alguno.
Por otro lado el título carece de sentido.
La gramática no puede ser machista. Machista significa partidario del machismo,
y machismo, a su vez, está definido como la actitud de prepotencia de los
varones respecto de las mujeres. Es decir, el término machista debe ser
aplicado a personas, no a la ciencia que estudia los elementos de la lengua y
sus combinaciones.
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II -
Pues bien, no siempre las cosas son como
aparentan ser. Que alguien seleccione algunos términos de nuestro idioma y
establezca su sinonimia en la que se muestre cómo su significado varía según se
trate el género de tal o cual adjetivo o sustantivo, nos parece interesante.
Sin embargo, reiteramos, ya no nos parece tan interesante si es que esta
sinonimia no se efectúa con la rigurosidad que el caso exige y, más bien, tiene
como características fundamentales la arbitrariedad y la doble intención. Que
se propale tal texto como una broma, podría pasar. Claro está, broma de mal
gusto, vulgar y nada original, pero broma al fin. Tampoco se trata de tomarlo
todo a pecho y perder el sentido del humor. Nos encanta reir y celebrar ese
humor que nace de la combinación de
ingenio e inteligencia, y en tales casos no sólo soltamos la carcajada
sino que también ayudamos a que el chiste o la broma se propale entre amigos y
familiares. Somos formales, pero no es para tanto...
Ahora bien, sería mejor si las mujeres
opinaran sobre el texto de la referencia, elaborado, sin duda, por alguien que
tuvo un rapto de transpiración –más que de inspiración- y que se las ha querido
dar de ingenioso u original. Total, el Internet aguanta todo y hay para todos
los gustos.
Pero, insisto, no siempre las cosas son
como aparentan ser y, en el conjunto de palabras incluidas en el texto que nuestra
amiga nos ha remitido, se falsean algunos conceptos o significados, se confunde
otros y se inventan unos cuantos. Y todo para sostener que los responsables de
la gramática castellana han asumido una actitud discriminatoria e insultante (¿y
eso es también machismo?) contra la mujer. Aunque –todo hay que decirlo- creo
que el autor de La Gramática...
–sospecho que padece de una misoginia latente- intenta también el insulto
soterrado recreándose con el sonido seco, áspero y cortante de aquella vieja y
famosa palabreja disílaba, tan común en el lenguaje corriente como tan
proscrita –injustamente eso sí, nos parece- en el lenguaje denominado culto. O
sea puta.
Mientras escribía esta nota tuve la duda de
si valía la pena prestarle atención a un texto rústico como el de tantas
cadenas que suelen llegar a través del correo electrónico. Porque, además, tampoco
se trata de caer en el extremo moralista o censor, propio de un inquisidor que
se rasga las vestiduras viendo demonios rijosos donde apenas hay angelillos
juguetones. La cosa es muy simple: a alguien se le ocurrió que los señores
responsables del uso correcto de nuestro idioma son machistas, y entonces
decidió ponerlo en evidencia y recrearse de paso con la dichosa palabrita ésa,
puta.
También debemos admitir que el origen de la
presente nota reside en el deseo de atender el pedido de opinión de nuestra
encantadora amiga, que al dirigirnos el correo, sospechamos que intentó
socializar su disgusto y apelar a nuestra solidaridad, cosa que efectivamente
llevamos a efecto y de manera inmediata. Siempre estaremos al lado de la mujer.
Nos encantan las mujeres. Amamos a las mujeres, sus voces, sus sonrisas, sus
pasiones, sus cuerpos...en fin todo lo que es propio de ellas y todo lo que nos
remite a su fascinante universo.
Nos permitimos una digresión. Ya nuestro
cineasta bienamado, Francois Truffaut, dijo a través de unos de sus personajes
que las piernas de una mujer eran como un compás que al moverse hacían girar el
mundo. Sabiduría plena, sensibilidad extrema en un hombre que no sólo trabajó amorosamente
con actrices bellísimas y talentosas (Catherine Deneuve, Isabelle Adjani,
Jeanne Moreau, Natalie Baye, Fanny Ardant, etc.), mostrando sus adorables
figuras sino que, en la vida real, tan corta para él, gozó de sus deliciosos
encantos y misterios. Amado apasionadamente por las mujeres, cuando murió
(1984) ellas acudieron a su entierro luciendo vestidos negros (no pantalones),
a fin de que él desde su tumba, pudiera ver lo que tanto gustó en vida.
Recrearon con pasión y cariño lo que Truffaut hizo en la ficción con su
entrañable personaje de El Hombre que Amaba a las Mujeres, Bertrand-Charles
Denner.
Pero, volviendo al motivo que nos lleva a
escribir esta nota, diremos también que efectuar una pequeña investigación
acerca del significado de los términos considerados, constituye para nosotros
todo un placer, placer de búsqueda semántica y gusto por todo aquello
relacionado con la lingüística. Y antes de pasar a resumir nuestra pequeña
investigación, diremos que –contradicciones que tiene la vida- la palabra puta
a veces es usada en el lenguaje coloquial para indicar una cualidad superior de
una cosa o de una persona. Lo último que escuché, por ejemplo: ‘la película Una
Historia Violenta es de la gran puta’, lo que quiere decir que esa película es
excepcional. Y vaya que sí. Tuve que darle la razón a quien se expresó así,
sólo que yo prefiero acudir a mis términos habituales cuando manifiesto mi admiración
en grado sumo, es decir, notable u obra maestra. Y, lo otro que recuerdo con
satisfacción, sorpresa y humor (ver el DVD El Gusto es Nuestro, que es todo un
placer), es a Joan Manuel Serrat soltando un “¡De puta madre!” luego de
escuchar la excelentísima versión que hizo Miguel Ríos de su composición
clásica, Penélope. No era para
menos.
-
III -
Pero, bueno, vayamos al análisis de los
términos del texto, y para empezar, debemos señalar que la palabra puta, tiene
a prostituta como acepción principal. Por su lado, prostituta, significa
persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero. Como sinónimos de
la palabra puta, el Diccionario de Sinónimos y Antónimos, de la Editorial
Océano, menciona los siguientes: ramera, prostituta, golfa, gamberra, meretriz,
loba, horizontal, cortesana, pindonga, buscona, zorra, pelandusca. ¡Vaya, vaya!
Sí que había términos que no conocíamos: horizontal, pindonga y pelandusca.
Me imagino que el término horizontal se
debe a que los autores han pensado que tal es la posición habitual o constante
de estas mujeres en el acto carnal. En verdad, no estoy de acuerdo con este
sinómimo porque horizontal también es la posición que un gran número de mujeres
–o tal vez la generalidad- a la que apelan en la cópula, una y otra vez. Por
tanto, no es posición exclusiva de las putas. Por otro lado, la posición
horizontal no es la única a la que se recurre en la relación sexual. Hay
mujeres que prefieren hacerlo sentadas (y cabalgan como Dios y su fogosidad
mandan), arrodilladas (no pidiendo perdón, sino acudiendo al llamado ancestral
o primitivo, o simplemente imitando a los perritos), paradas (en algunas
esquinas y a oscuras gozan con la idea de transgredir el orden y el recato que
la sociedad puritana y pacata han impuesto por siglos). Las putas,
precisamente, resultan siendo en muchos casos quienes –en su afán de concluir
cuanto antes la relación o aumentar su clientela- motivan la variedad en cuanto
a posiciones sexuales se refiere. De allí, pues, que el sinónimo horizontal como
que no se compadece con la realidad. A menos, claro está, que por la costumbre,
en algunos lugares, se lo utilice de manera habitual. En tal caso, no tenemos
nada que objetar, salvo decir que no nos gusta; pero, de gustos y colores.....
Pindonga. El DRAE nos dice que significa
“mujer callejera”. ¡Diablos! Pero ¿una mujer callejera es puta? Más adelante
sostengo que ello no es necesariamente así, salvo que, su sonoridad y el tono
con el que es expresado puede remitirnos a la peor calificación moral para una
mujer, o sea puta. Pero, en el estricto sentido de la palabra, mujer callejera
no corresponde exclusivamente a puta. Por otro lado, de pindonga, se deriva
pindonguear, que en lenguaje coloquial, nos dice el DRAE, significa pendonear.
¿Y qué es pendonear? De lo que yo recuerdo en las viejas canciones patrióticas,
incluido nuestro olvidado himno (¿alguien conoce las seis estrofas?) se decía
“la bandera o pendón bicolor” . Pendón, pendonear. ¿Qué tiene que ver eso con
la palabra puta? Busquemos pendonear: “andar sin necesidad ni provecho de un
sitio a otro” Y las putas, no precisamente andan sin necesidad ni provecho de
un sitio a otro. Más adelante, sin embargo, en la acepción tercera del adjetivo
pendón encontramos el término “prostituta”. Antes, en su definición como
sustantivo, pendón aparece con el concepto que todos conocemos: insignia
militar, etc., etc. Caprichos del idioma: pendón puede significar insignia
militar o más específicamente bandera y a la vez puta. Por ello, y con perdón
de aquellos que son militares o gustan de los aires marciales, recordaré que alguien
manifestó que entre putas y militares hay una asociación natural. ¿Se acuerdan
de nuestras célebres rabonas siguiendo a nuestro pobre y desharrapado ejército
en la Guerra del Pacífico? Pues ellas eran los pendones o pendonas de estos
hombres que gracias a los Prados, Iglesias y tantos ladronzuelos de alto vuelo
se convirtieron en la carne de cañón de una patria en descomposición.
Me gusta el término pelandusca. Un conocido
nuestro trató de relacionarlo con la palabra pelo y con pelambrera. Debo
admitir que de primera intención fui proclive a aceptar la asociación, y es que
–malpensado y morboso como siempre- la referencia al pelo nos llevó a
internarnos en algunos términos derivados como pelusa, pilosidad e indirecta y
tendenciosamente a vello púbico o pendejo, como se define certeramente a la
pilosidad que crece en el Monte de Venus femenino (y también en el pubis
masculino, pero de eso no es el momento de hablar). Por otro lado, pelandusca me gusta porque su
sonoridad me recuerda a aquellos apelativos familiares o cariñosos que utilizan
los serranos de nuestro país para llamarse o comunicarse entre sí. Sin embargo,
el DRAE, nos dejó con los crespos hechos y nunca fue más lacónico que ahora:
únicamente dice que pelandusca proviene de pelar
y que en lenguaje coloquial significa prostituta. Punto. Y pelar, en su
acepción séptima, es definido –en coloquial- como desplumar, es decir, dejar a
alguien sin dinero. Una puta, efectivamente, nos puede vaciar los bolsillos,
pero, también hay otras mujeres –compradoras compulsivas- que también nos
pueden llevar a la indigencia. Por allí, entonces, no necesariamente va la
cosa.
La lección aquí es muy clara: no a los
prejuicios y sí a la investigación rigurosa. Nuestra creencia en que pelandusca
tuviera que ver con el oscuro objeto de deseo del hombre fue, pues, una pista
falsa, que por ahora queda sin detallar. Reconocemos que aquí estamos en un
callejón sin salida y requerimos más tiempo para investigar.
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IV -
Debemos señalar además que en el
Diccionario de Sinónimos y Antónimos de la editorial Espasa, sólo se consignan
tres sinónimos para la palabra puta: prostituta, ramera, furcia. Las dos
primeras ya son conocidas, muy utilizadas; la tercera, en cambio, sólo la hemos
leído en alguna obra literaria. Nunca la hemos escuchado. El DRAE, el
inevitable DRAE, sigue siendo lacónico: furcia es simplemente prostituta. Y se
acabó.
Busquemos ahora en el Espasa, qué sinónimos
tiene prostituta: ramera, fulana, furcia, zorra, puta, meretriz, buscona,
golfa, mujerzuela, pelandusca y pingo. Con la excepción de pingo, el resto de
términos ya nos son conocidos. Pingo es un término de feo sonido, pero de
significado interesante. En Perú, no es común su uso, y su significado varía
según el país donde es utilizado. Así, en un sentido despectivo, efectivamente,
pingo es una mujer casquivana, pero en México, es un niño travieso, y en
Uruguay, nos vamos al otro extremo: persona de buenas cualidades.
Así pues, ya hemos revisado con cierto
detalle, los sinómimos de puta. Estamos ahora en condiciones de analizar los
términos y significados incluidos en la nota que ha dado origen al presente
texto.
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V -
Vayamos con el primer par de palabras. La
palabra zorra, efectivamente, significa puta. Es más, en su acepción cuarta del
DRAE, aparece el término prostituta. Lo que no es cierto es que zorro
signifique héroe justiciero. Por el contrario, el mismo DRAE indica como
significado de zorro (acepción cuarta): “Hombre que afecta simpleza e insulsez,
especialmente por no trabajar, y hace tarda y pesadamente las cosas”. En este
caso, el autor anónimo de La Gramática....
trata simplemente de contraponer el término insultante zorra con el apelativo
del personaje de la historieta o del cine de aventuras. No es, por tanto, que
la gramática o mejor dicho los responsables de las leyes gramaticales sean
machistas, sino que el autor de la nota se las quiso dar de ingenioso.
Pero, ¿cómo es posible que zorra haya
pasado a ser un insulto para la mujer? Una pequeña investigación al respecto
nos lleva a señalar que el término zorra alude directamente a la genitalidad
femenina. El vulgo tiende a llamar zorra a la vulva, a causa de la existencia
del vello púbico que adorna el Monte de Venus y tomando como referencia su
abundancia y su, generalmente, coloración oscura. Se trata de un apelativo que
rechazamos terminantemente, por cuanto su expresión –siempre despectiva y
grosera- es inevitablemente asociada por los ignorantes e incultos a la fealdad
o suciedad de aquella región femenina maravillosa, que el gran Courbet, en un momento
inspiradísimo, exaltara –mostrándola sin velo alguno y en posición presta al
goce sensual- en su famosa pintura El Origen del Universo, cuadro que tuvimos
oportunidad de admirar en el Museo d’Orsay de París.
En cuanto a la palabra perra, también el
DRAE indica el significado de prostituta. Pero, para el caso masculino, el
adjetivo coloquial perro tiene también
una connotación negativa: “muy malo, indigno”. En referencia al animal, sí se
hace mención de su lealtad al hombre. Por tanto, en este caso tampoco se puede
señalar que hayan signos de machismo en los integrantes de la Real Academia.
Es importante indicar, eso sí, que la
palabra perra, actuando con el significado de puta, establece una similitud entre la mujer que toma a la calle como
escenario de su actividad diaria, tentando a los hombres, ya sea con perfumes,
ropa minúscula, gestos o actitudes provocativas, con el animal –la perra- que
entra en celo exhibiendo ante el macho los signos propios de este perído de
fertilidad (expulsión de gotas de sangre, olor penetrante y comportamiento
mimoso) y que vaga por las calles
seguida incansablemente por una jauría bulliciosa y excitada. Se trata,
sin duda, de un término duro, despectivo y violento.
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VI -
Sobre la palabra aventurera, no hemos
encontrado significado alguno que nos remita al término puta. Sí tiene una
acepción negativa, pero está dirigida tanto a hombres como a mujeres: “De
oscuros o malos antecedentes, sin oficio ni profesión, y que por medios
desconocidos o reprobados trata de conquistar en la sociedad un puesto que no
le corresponde”. Pero, como aventurero se deriva de aventuras, entonces algunos
coligen que es un halago el ser denominado así, porque, dígase de paso, la
aventura siempre ha estado ligada a un conjunto de acciones que conllevan el
aprendizaje y desarrollo de la persona que la vive. Y si se trata de una
relación o aventura amorosa, el hombre siempre ha sacado pecho por sus
conquistas. La conquistada, o sea la mujer, ha sido vista más bien, como el
motivo principal de la perdición de la libertad del hombre. En el fondo del
imaginario popular aparece la imagen de la mujer como la gran tentación o el
motivo de ablandamiento, fuga o sometimiento del hombre. Y si acaso la mujer se
relacionara con varios hombres, es decir, si ella se atreviera a ser la
protagonista de una serie de aventuras amorosas, el vulgo levantaría su dedo
acusador señalando a viva voz la pérdida irreversible del estado de pureza o
decencia con el que se suele asociar, de manera interesada y puritana a la
mujer. Pasaría así, entonces, de dama a mujer calculadora, inmoral, pervertida,
es decir, aventurera. Una vez más, el sexo en la mujer visto con connotaciones
negativas.
El adjetivo ambicioso o ambiciosa, que
significa “que tiene ansia o deseo vehemente de algo”, no contiene ninguna
acepción relacionada con el término puta. Aquí, más bien, se ha intentado de
manera desfachatada, llegar a este significado por extensión, pensando en
ciertos estereotipos –fijados con mayor fuerza por el cine o la literatura
negra- como es el caso de la ‘femme fatal’: una mujer que es capaz de cualquier
locura –acostarse con quien sea- a fin de hacer realidad sus oscuras
intenciones.
El término cualquiera, tiene entre otros
significados los siguientes: “Ser de poca importancia o indigno de
consideración” y “mujer de mala vida”. El primer significado va tanto para
hombres como para mujeres, el segundo sí tiene una definición negativa para la
mujer, aunque no necesariamente relacionada con la prostitución. Si bien hemos
escuchado y leído este término como un sinónimo de puta, también es cierto que
lo hemos escuchado y leído cuando ha ido cargado de connotaciones racistas.
El término regalada, con un uso de
connotaciones sexuales negativas, lo hemos oído pocas veces. Siempre lo encontramos
muy desagradable. Y, si la memoria no nos engaña, las personas a quienes oímos
mencionarlo descubrían en su actitud y en el tono cierto resentimiento o
frustración. Y es que la actividad sexual de una mujer –sobre todo cuando ella
se hace evidente- causa en el entorno desazón, deseo y, en casos extremos,
envidia. Es por ello muy común el dicho popular que la felicidad de unos es la
infelicidad de otros. Pues bien, en el terreno amoroso esta máxima suele,
lamentablemente, cumplirse con puntualidad. Y es que el amor, como todos lo
sabemos, es excluyente: es la pareja ...y nadie más. Pero, no es éste el momento de profundizar en
este tema que no sólo es interesante sino, especialmente, apasionante. En algún
momento volveremos a él.
Pero, retornando al adjetivo regalada, su
significado directo es “extremadamente barato”. De allí que, por extensión, en
términos comerciales (y la prostitución es una actividad comercial) sea
asociada a puta, aunque el DRAE no reconozca tal significado, y más bien
incluya otras acepciones como placentero, delicioso que, claro está, nos hace
pensar en el goce sexual, pero de ninguna manera es un sinónimo de puta.
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VII -
La palabra callejera significa “que gusta
de callejear”, y callejear significa a su vez “andar frecuentemente y sin
necesidad de calle en calle”. No tiene el significado de puta, pero por
extensión algunos la asocian a la actividad que dichas mujeres realizan,
considerando que es allí en la calle donde las putas captan a su clientela.
En cuanto a mujerzuela, sí tiene un
significado negativo. Es totalmente despectivo: “mujer perdida, de mala vida”.
Generalmente se asocia con la intensa actividad sexual –evidente, conocida,
descubierta - que realiza una mujer. Las
putas son mujerzuelas, pero no todas las mujerzuelas son putas. No he
encontrado la palabra hombrezuelo en el DRAE. Ahora bien, aquí si sospecho que
si hipotéticamente existiera la palabra hombrezuelo asociada a la actividad
sexual masculina, difícilmente tendría una connotación negativa. Es común, en
nuestro medio especialmente, ver vanagloriarse a un hombre por el número de
mujeres que han pasado por su vida; no ocurre lo mismo en el caso de las
mujeres, situación ésta que deploramos de manera terminante y que hace que nos
perdamos la oportuunidad de conocer mejor el universo femenino. Claro está,
siempre habrá excepciones, y grandes además, como han sido los casos de Anaís
Nin (que fue la mujer del escritor Henry Miller) y de Catherine Millet, que
expusieron su aventura vital –no siempre feliz, y sí contradictoria y
agotadora- con valentía, desparpajo, inteligencia e intensidad.
Atorranta quiere decir “persona
desfachatada, desvergonzada”. No tiene el significado de puta. Una vez más, se
aplica por extensión, considerando que las putas son mujeres desvergonzadas o
desfachatadas. Este término tiene muy poco uso y más se utiliza la forma
masculina, y siempre en tono despectivo. No hemos encontrado por ningún lado el
significado incluido en La gramática...
, lo que en cierta manera, demuestra la naturaleza tendenciosa y desorientadora
de dicho texto.
-
VIII -
En fin, que la palabra puta es más conocida
que la ruda por su uso variado y multifacético, pero de allí a asignarle a
diferentes adjetivos despectivos esta connotación (y hacer creer que los honorables
miembros de la RAE son machistas), nos parece aventurado, excesivo y de mal
gusto. Podríamos apostar, más bien, a que el autor anónimo del texto sí padece
de esa enfermedad llamada machismo, que
lo hace ver putas donde tal vez sólo hay mujeres que, yendo a contracorriente
de las normas convencionales de la sociedad hipócrita en la que vivimos, quieren
disfrutar de la vida con intensidad y pasión, cosa que por lo demás tienen todo
el derecho de hacerlo.
Y aquí entramos a un tema muy delicado que
nos aleja ya del universo de la lingüística y de la gramática. Se trata de las
mujeres y su derecho a ejercer libremente su sexualidad. Pero ello, tal vez sea
motivo de otra nota. Estamos al borde de la medianoche, a través de la ventana
de mi habitación veo el edificio del otro lado del parque con las luces
totalmente apagadas, una pareja solitaria fundida en un abrazo intenta
recomponer el ideal de la unidad platónica, la pequeña lámpara que alumbra la
pila de libros que está sobre mi mesa de noche guía mi mirada hacia aquellos
libros pendientes de leer, mundos y personajes por conocer. Que el mañana,
entonces, llegue pronto.
La respiración acompasada de nuestra Yolita
que duerme plácidamente a nuestro lado (ya se cansó de esperarme, su mano sobre
mi pierna) me recuerda que la hora de las sombras y los sueños ha llegado.
Mañana le pediré que revise este texto.
Noche calurosa y apacible la de hoy. ¿Qué hará nuestra amiga, de agradable voz y de
hermosa sonrisa? Estas líneas, abundantes, extensas, y sobre todo la aventura
placentera de recorrerlas, son para ella.
Lima, 28 de enero de 2006
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