30/11/13

Una revisión gramatical...y algo más: DE MACHISMOS, DISCRIMINACIONES Y PUTAS


Escribe: Rogelio Llanos Q.

- I -

Hace poco recibimos un correo electrónico de una amiga en el cual nos pedía una opinión acerca de un texto que contiene una serie de adjetivos y sustantivos masculinos con sus respectivos significados, por lo general positivos, halagadores y celebratorios,  y a los cuales se oponen las  correspondientes formas femeninas acompañadas de una lacónica acepción: puta. El título del texto, de autor anónimo, es en realidad una pregunta: La Gramática Castellana ¿es Machista? Nuestra amiga, oscilando entre la sorpresa y la curiosidad, reclamaba una respuesta contundente, firme, aclaratoria.

Consigno a continuación la lista de términos que el texto de marras contiene:

Zorro: Héroe justiciero
Zorra: Puta

Perro: Mejor amigo del hombre
Perra: Puta

Aventurero: Osado, valiente, arriesgado.
Aventurera: Puta

Ambicioso: Visionario, enérgico, con metas
Ambiciosa: Puta

Cualquier: Fulano, mengano, zutano
Cualquiera: Puta

Regalado: Participio del verbo regalar
Regalada: Puta

Callejero: De la calle, urbano.
Callejera: Puta

Hombrezuelo: Hombrecillo, mínimo, pequeño
Mujerzuela: Puta

Atorrante: Adj. que indica simpatía y viveza.
Atorranta: Puta

Para empezar, observamos que las acepciones de los términos anotados no necesariamente provienen del DRAE o de un Espasa o un Larrouse. No hay, pues, rigurosidad en la definición de dichos términos. Aclaramos también que en el texto, motivo de esta nota, hay otros términos más que tienen una connotación negativa para el género femenino, sin llegar a lo que sería el insulto extremo, es decir, puta, y que los estamos dejando de lado, pues allí la rigurosidad se pierde totalmente o, en todo caso, su liviandad o ausencia de gracia (hay un decidido intento del autor de parecer detallista o gracioso) no justifica análisis alguno.

Por otro lado el título carece de sentido. La gramática no puede ser machista. Machista significa partidario del machismo, y machismo, a su vez, está definido como la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres. Es decir, el término machista debe ser aplicado a personas, no a la ciencia que estudia los elementos de la lengua y sus combinaciones.


- II -

Pues bien, no siempre las cosas son como aparentan ser. Que alguien seleccione algunos términos de nuestro idioma y establezca su sinonimia en la que se muestre cómo su significado varía según se trate el género de tal o cual adjetivo o sustantivo, nos parece interesante. Sin embargo, reiteramos, ya no nos parece tan interesante si es que esta sinonimia no se efectúa con la rigurosidad que el caso exige y, más bien, tiene como características fundamentales la arbitrariedad y la doble intención. Que se propale tal texto como una broma, podría pasar. Claro está, broma de mal gusto, vulgar y nada original, pero broma al fin. Tampoco se trata de tomarlo todo a pecho y perder el sentido del humor. Nos encanta reir y celebrar ese humor que nace de la combinación de  ingenio e inteligencia, y en tales casos no sólo soltamos la carcajada sino que también ayudamos a que el chiste o la broma se propale entre amigos y familiares. Somos formales, pero no es para tanto...

Ahora bien, sería mejor si las mujeres opinaran sobre el texto de la referencia, elaborado, sin duda, por alguien que tuvo un rapto de transpiración –más que de inspiración- y que se las ha querido dar de ingenioso u original. Total, el Internet aguanta todo y hay para todos los gustos.

Pero, insisto, no siempre las cosas son como aparentan ser y, en el conjunto de palabras incluidas en el texto que nuestra amiga nos ha remitido, se falsean algunos conceptos o significados, se confunde otros y se inventan unos cuantos. Y todo para sostener que los responsables de la gramática castellana han asumido una actitud discriminatoria e insultante (¿y eso es también machismo?) contra la mujer. Aunque –todo hay que decirlo- creo que el autor de La Gramática... –sospecho que padece de una misoginia latente- intenta también el insulto soterrado recreándose con el sonido seco, áspero y cortante de aquella vieja y famosa palabreja disílaba, tan común en el lenguaje corriente como tan proscrita –injustamente eso sí, nos parece- en el lenguaje denominado culto. O sea puta.

Mientras escribía esta nota tuve la duda de si valía la pena prestarle atención a un texto rústico como el de tantas cadenas que suelen llegar a través del correo electrónico. Porque, además, tampoco se trata de caer en el extremo moralista o censor, propio de un inquisidor que se rasga las vestiduras viendo demonios rijosos donde apenas hay angelillos juguetones. La cosa es muy simple: a alguien se le ocurrió que los señores responsables del uso correcto de nuestro idioma son machistas, y entonces decidió ponerlo en evidencia y recrearse de paso con la dichosa palabrita ésa, puta.

También debemos admitir que el origen de la presente nota reside en el deseo de atender el pedido de opinión de nuestra encantadora amiga, que al dirigirnos el correo, sospechamos que intentó socializar su disgusto y apelar a nuestra solidaridad, cosa que efectivamente llevamos a efecto y de manera inmediata. Siempre estaremos al lado de la mujer. Nos encantan las mujeres. Amamos a las mujeres, sus voces, sus sonrisas, sus pasiones, sus cuerpos...en fin todo lo que es propio de ellas y todo lo que nos remite a su fascinante universo.

Nos permitimos una digresión. Ya nuestro cineasta bienamado, Francois Truffaut, dijo a través de unos de sus personajes que las piernas de una mujer eran como un compás que al moverse hacían girar el mundo. Sabiduría plena, sensibilidad extrema en un hombre que no sólo trabajó amorosamente con actrices bellísimas y talentosas (Catherine Deneuve, Isabelle Adjani, Jeanne Moreau, Natalie Baye, Fanny Ardant, etc.), mostrando sus adorables figuras sino que, en la vida real, tan corta para él, gozó de sus deliciosos encantos y misterios. Amado apasionadamente por las mujeres, cuando murió (1984) ellas acudieron a su entierro luciendo vestidos negros (no pantalones), a fin de que él desde su tumba, pudiera ver lo que tanto gustó en vida. Recrearon con pasión y cariño lo que Truffaut hizo en la ficción con su entrañable personaje de El Hombre que Amaba a las Mujeres, Bertrand-Charles Denner.

Pero, volviendo al motivo que nos lleva a escribir esta nota, diremos también que efectuar una pequeña investigación acerca del significado de los términos considerados, constituye para nosotros todo un placer, placer de búsqueda semántica y gusto por todo aquello relacionado con la lingüística. Y antes de pasar a resumir nuestra pequeña investigación, diremos que –contradicciones que tiene la vida- la palabra puta a veces es usada en el lenguaje coloquial para indicar una cualidad superior de una cosa o de una persona. Lo último que escuché, por ejemplo: ‘la película Una Historia Violenta es de la gran puta’, lo que quiere decir que esa película es excepcional. Y vaya que sí. Tuve que darle la razón a quien se expresó así, sólo que yo prefiero acudir a mis términos habituales cuando manifiesto mi admiración en grado sumo, es decir, notable u obra maestra. Y, lo otro que recuerdo con satisfacción, sorpresa y humor (ver el DVD El Gusto es Nuestro, que es todo un placer), es a Joan Manuel Serrat soltando un “¡De puta madre!” luego de escuchar la excelentísima versión que hizo Miguel Ríos de su composición clásica, Penélope. No era para menos.

- III -

Pero, bueno, vayamos al análisis de los términos del texto, y para empezar, debemos señalar que la palabra puta, tiene a prostituta como acepción principal. Por su lado, prostituta, significa persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero. Como sinónimos de la palabra puta, el Diccionario de Sinónimos y Antónimos, de la Editorial Océano, menciona los siguientes: ramera, prostituta, golfa, gamberra, meretriz, loba, horizontal, cortesana, pindonga, buscona, zorra, pelandusca. ¡Vaya, vaya! Sí que había términos que no conocíamos: horizontal, pindonga y pelandusca.

Me imagino que el término horizontal se debe a que los autores han pensado que tal es la posición habitual o constante de estas mujeres en el acto carnal. En verdad, no estoy de acuerdo con este sinómimo porque horizontal también es la posición que un gran número de mujeres –o tal vez la generalidad- a la que apelan en la cópula, una y otra vez. Por tanto, no es posición exclusiva de las putas. Por otro lado, la posición horizontal no es la única a la que se recurre en la relación sexual. Hay mujeres que prefieren hacerlo sentadas (y cabalgan como Dios y su fogosidad mandan), arrodilladas (no pidiendo perdón, sino acudiendo al llamado ancestral o primitivo, o simplemente imitando a los perritos), paradas (en algunas esquinas y a oscuras gozan con la idea de transgredir el orden y el recato que la sociedad puritana y pacata han impuesto por siglos). Las putas, precisamente, resultan siendo en muchos casos quienes –en su afán de concluir cuanto antes la relación o aumentar su clientela- motivan la variedad en cuanto a posiciones sexuales se refiere. De allí, pues, que el sinónimo horizontal como que no se compadece con la realidad. A menos, claro está, que por la costumbre, en algunos lugares, se lo utilice de manera habitual. En tal caso, no tenemos nada que objetar, salvo decir que no nos gusta; pero, de gustos y colores.....

Pindonga. El DRAE nos dice que significa “mujer callejera”. ¡Diablos! Pero ¿una mujer callejera es puta? Más adelante sostengo que ello no es necesariamente así, salvo que, su sonoridad y el tono con el que es expresado puede remitirnos a la peor calificación moral para una mujer, o sea puta. Pero, en el estricto sentido de la palabra, mujer callejera no corresponde exclusivamente a puta. Por otro lado, de pindonga, se deriva pindonguear, que en lenguaje coloquial, nos dice el DRAE, significa pendonear. ¿Y qué es pendonear? De lo que yo recuerdo en las viejas canciones patrióticas, incluido nuestro olvidado himno (¿alguien conoce las seis estrofas?) se decía “la bandera o pendón bicolor” . Pendón, pendonear. ¿Qué tiene que ver eso con la palabra puta? Busquemos pendonear: “andar sin necesidad ni provecho de un sitio a otro” Y las putas, no precisamente andan sin necesidad ni provecho de un sitio a otro. Más adelante, sin embargo, en la acepción tercera del adjetivo pendón encontramos el término “prostituta”. Antes, en su definición como sustantivo, pendón aparece con el concepto que todos conocemos: insignia militar, etc., etc. Caprichos del idioma: pendón puede significar insignia militar o más específicamente bandera y a la vez puta. Por ello, y con perdón de aquellos que son militares o gustan de los aires marciales, recordaré que alguien manifestó que entre putas y militares hay una asociación natural. ¿Se acuerdan de nuestras célebres rabonas siguiendo a nuestro pobre y desharrapado ejército en la Guerra del Pacífico? Pues ellas eran los pendones o pendonas de estos hombres que gracias a los Prados, Iglesias y tantos ladronzuelos de alto vuelo se convirtieron en la carne de cañón de una patria en descomposición.

Me gusta el término pelandusca. Un conocido nuestro trató de relacionarlo con la palabra pelo y con pelambrera. Debo admitir que de primera intención fui proclive a aceptar la asociación, y es que –malpensado y morboso como siempre- la referencia al pelo nos llevó a internarnos en algunos términos derivados como pelusa, pilosidad e indirecta y tendenciosamente a vello púbico o pendejo, como se define certeramente a la pilosidad que crece en el Monte de Venus femenino (y también en el pubis masculino, pero de eso no es el momento de hablar).  Por otro lado, pelandusca me gusta porque su sonoridad me recuerda a aquellos apelativos familiares o cariñosos que utilizan los serranos de nuestro país para llamarse o comunicarse entre sí. Sin embargo, el DRAE, nos dejó con los crespos hechos y nunca fue más lacónico que ahora: únicamente dice que pelandusca proviene de pelar y que en lenguaje coloquial significa prostituta. Punto. Y pelar, en su acepción séptima, es definido –en coloquial- como desplumar, es decir, dejar a alguien sin dinero. Una puta, efectivamente, nos puede vaciar los bolsillos, pero, también hay otras mujeres –compradoras compulsivas- que también nos pueden llevar a la indigencia. Por allí, entonces, no necesariamente va la cosa.

La lección aquí es muy clara: no a los prejuicios y sí a la investigación rigurosa. Nuestra creencia en que pelandusca tuviera que ver con el oscuro objeto de deseo del hombre fue, pues, una pista falsa, que por ahora queda sin detallar. Reconocemos que aquí estamos en un callejón sin salida y requerimos más tiempo para investigar.

- IV -

Debemos señalar además que en el Diccionario de Sinónimos y Antónimos de la editorial Espasa, sólo se consignan tres sinónimos para la palabra puta: prostituta, ramera, furcia. Las dos primeras ya son conocidas, muy utilizadas; la tercera, en cambio, sólo la hemos leído en alguna obra literaria. Nunca la hemos escuchado. El DRAE, el inevitable DRAE, sigue siendo lacónico: furcia es simplemente prostituta. Y se acabó.

Busquemos ahora en el Espasa, qué sinónimos tiene prostituta: ramera, fulana, furcia, zorra, puta, meretriz, buscona, golfa, mujerzuela, pelandusca y pingo. Con la excepción de pingo, el resto de términos ya nos son conocidos. Pingo es un término de feo sonido, pero de significado interesante. En Perú, no es común su uso, y su significado varía según el país donde es utilizado. Así, en un sentido despectivo, efectivamente, pingo es una mujer casquivana, pero en México, es un niño travieso, y en Uruguay, nos vamos al otro extremo: persona de buenas cualidades.

Así pues, ya hemos revisado con cierto detalle, los sinómimos de puta. Estamos ahora en condiciones de analizar los términos y significados incluidos en la nota que ha dado origen al presente texto.

- V -

Vayamos con el primer par de palabras. La palabra zorra, efectivamente, significa puta. Es más, en su acepción cuarta del DRAE, aparece el término prostituta. Lo que no es cierto es que zorro signifique héroe justiciero. Por el contrario, el mismo DRAE indica como significado de zorro (acepción cuarta): “Hombre que afecta simpleza e insulsez, especialmente por no trabajar, y hace tarda y pesadamente las cosas”. En este caso, el autor anónimo de La Gramática.... trata simplemente de contraponer el término insultante zorra con el apelativo del personaje de la historieta o del cine de aventuras. No es, por tanto, que la gramática o mejor dicho los responsables de las leyes gramaticales sean machistas, sino que el autor de la nota se las quiso dar de ingenioso.

Pero, ¿cómo es posible que zorra haya pasado a ser un insulto para la mujer? Una pequeña investigación al respecto nos lleva a señalar que el término zorra alude directamente a la genitalidad femenina. El vulgo tiende a llamar zorra a la vulva, a causa de la existencia del vello púbico que adorna el Monte de Venus y tomando como referencia su abundancia y su, generalmente, coloración oscura. Se trata de un apelativo que rechazamos terminantemente, por cuanto su expresión –siempre despectiva y grosera- es inevitablemente asociada por los ignorantes e incultos a la fealdad o suciedad de aquella región femenina maravillosa,  que el gran Courbet, en un momento inspiradísimo, exaltara –mostrándola sin velo alguno y en posición presta al goce sensual- en su famosa pintura El Origen del Universo, cuadro que tuvimos oportunidad de admirar en el Museo d’Orsay de París.

En cuanto a la palabra perra, también el DRAE indica el significado de prostituta. Pero, para el caso masculino, el adjetivo coloquial  perro tiene también una connotación negativa: “muy malo, indigno”. En referencia al animal, sí se hace mención de su lealtad al hombre. Por tanto, en este caso tampoco se puede señalar que hayan signos de machismo en los integrantes de la Real Academia.

Es importante indicar, eso sí, que la palabra perra, actuando con el significado de puta,  establece una similitud  entre la mujer que toma a la calle como escenario de su actividad diaria, tentando a los hombres, ya sea con perfumes, ropa minúscula, gestos o actitudes provocativas, con el animal –la perra- que entra en celo exhibiendo ante el macho los signos propios de este perído de fertilidad (expulsión de gotas de sangre, olor penetrante y comportamiento mimoso) y que vaga por las calles  seguida incansablemente por una jauría bulliciosa y excitada. Se trata, sin duda, de un término duro, despectivo y violento.

- VI -

Sobre la palabra aventurera, no hemos encontrado significado alguno que nos remita al término puta. Sí tiene una acepción negativa, pero está dirigida tanto a hombres como a mujeres: “De oscuros o malos antecedentes, sin oficio ni profesión, y que por medios desconocidos o reprobados trata de conquistar en la sociedad un puesto que no le corresponde”. Pero, como aventurero se deriva de aventuras, entonces algunos coligen que es un halago el ser denominado así, porque, dígase de paso, la aventura siempre ha estado ligada a un conjunto de acciones que conllevan el aprendizaje y desarrollo de la persona que la vive. Y si se trata de una relación o aventura amorosa, el hombre siempre ha sacado pecho por sus conquistas. La conquistada, o sea la mujer, ha sido vista más bien, como el motivo principal de la perdición de la libertad del hombre. En el fondo del imaginario popular aparece la imagen de la mujer como la gran tentación o el motivo de ablandamiento, fuga o sometimiento del hombre. Y si acaso la mujer se relacionara con varios hombres, es decir, si ella se atreviera a ser la protagonista de una serie de aventuras amorosas, el vulgo levantaría su dedo acusador señalando a viva voz la pérdida irreversible del estado de pureza o decencia con el que se suele asociar, de manera interesada y puritana a la mujer. Pasaría así, entonces, de dama a mujer calculadora, inmoral, pervertida, es decir, aventurera. Una vez más, el sexo en la mujer visto con connotaciones negativas.

El adjetivo ambicioso o ambiciosa, que significa “que tiene ansia o deseo vehemente de algo”, no contiene ninguna acepción relacionada con el término puta. Aquí, más bien, se ha intentado de manera desfachatada, llegar a este significado por extensión, pensando en ciertos estereotipos –fijados con mayor fuerza por el cine o la literatura negra- como es el caso de la ‘femme fatal’: una mujer que es capaz de cualquier locura –acostarse con quien sea- a fin de hacer realidad sus oscuras intenciones.

El término cualquiera, tiene entre otros significados los siguientes: “Ser de poca importancia o indigno de consideración” y “mujer de mala vida”. El primer significado va tanto para hombres como para mujeres, el segundo sí tiene una definición negativa para la mujer, aunque no necesariamente relacionada con la prostitución. Si bien hemos escuchado y leído este término como un sinónimo de puta, también es cierto que lo hemos escuchado y leído cuando ha ido cargado de connotaciones racistas.

El término regalada, con un uso de connotaciones sexuales negativas, lo hemos oído pocas veces. Siempre lo encontramos muy desagradable. Y, si la memoria no nos engaña, las personas a quienes oímos mencionarlo descubrían en su actitud y en el tono cierto resentimiento o frustración. Y es que la actividad sexual de una mujer –sobre todo cuando ella se hace evidente- causa en el entorno desazón, deseo y, en casos extremos, envidia. Es por ello muy común el dicho popular que la felicidad de unos es la infelicidad de otros. Pues bien, en el terreno amoroso esta máxima suele, lamentablemente, cumplirse con puntualidad. Y es que el amor, como todos lo sabemos, es excluyente: es la pareja ...y nadie más.  Pero, no es éste el momento de profundizar en este tema que no sólo es interesante sino, especialmente, apasionante. En algún momento volveremos a él.

Pero, retornando al adjetivo regalada, su significado directo es “extremadamente barato”. De allí que, por extensión, en términos comerciales (y la prostitución es una actividad comercial) sea asociada a puta, aunque el DRAE no reconozca tal significado, y más bien incluya otras acepciones como placentero, delicioso que, claro está, nos hace pensar en el goce sexual, pero de ninguna manera es un sinónimo de puta.

- VII -

La palabra callejera significa “que gusta de callejear”, y callejear significa a su vez “andar frecuentemente y sin necesidad de calle en calle”. No tiene el significado de puta, pero por extensión algunos la asocian a la actividad que dichas mujeres realizan, considerando que es allí en la calle donde las putas captan a su clientela.

En cuanto a mujerzuela, sí tiene un significado negativo. Es totalmente despectivo: “mujer perdida, de mala vida”. Generalmente se asocia con la intensa actividad sexual –evidente, conocida, descubierta -  que realiza una mujer. Las putas son mujerzuelas, pero no todas las mujerzuelas son putas. No he encontrado la palabra hombrezuelo en el DRAE. Ahora bien, aquí si sospecho que si hipotéticamente existiera la palabra hombrezuelo asociada a la actividad sexual masculina, difícilmente tendría una connotación negativa. Es común, en nuestro medio especialmente, ver vanagloriarse a un hombre por el número de mujeres que han pasado por su vida; no ocurre lo mismo en el caso de las mujeres, situación ésta que deploramos de manera terminante y que hace que nos perdamos la oportuunidad de conocer mejor el universo femenino. Claro está, siempre habrá excepciones, y grandes además, como han sido los casos de Anaís Nin (que fue la mujer del escritor Henry Miller) y de Catherine Millet, que expusieron su aventura vital –no siempre feliz, y sí contradictoria y agotadora- con valentía, desparpajo, inteligencia e intensidad.

Atorranta quiere decir “persona desfachatada, desvergonzada”. No tiene el significado de puta. Una vez más, se aplica por extensión, considerando que las putas son mujeres desvergonzadas o desfachatadas. Este término tiene muy poco uso y más se utiliza la forma masculina, y siempre en tono despectivo.  No hemos encontrado por ningún lado el significado incluido en La gramática... , lo que en cierta manera, demuestra la naturaleza tendenciosa y desorientadora de dicho texto.

- VIII -

En fin, que la palabra puta es más conocida que la ruda por su uso variado y multifacético, pero de allí a asignarle a diferentes adjetivos despectivos esta connotación (y hacer creer que los honorables miembros de la RAE son machistas), nos parece aventurado, excesivo y de mal gusto. Podríamos apostar, más bien, a que el autor anónimo del texto sí padece de  esa enfermedad llamada machismo, que lo hace ver putas donde tal vez sólo hay mujeres que, yendo a contracorriente de las normas convencionales de la sociedad hipócrita en la que vivimos, quieren disfrutar de la vida con intensidad y pasión, cosa que por lo demás tienen todo el derecho de hacerlo.

Y aquí entramos a un tema muy delicado que nos aleja ya del universo de la lingüística y de la gramática. Se trata de las mujeres y su derecho a ejercer libremente su sexualidad. Pero ello, tal vez sea motivo de otra nota. Estamos al borde de la medianoche, a través de la ventana de mi habitación veo el edificio del otro lado del parque con las luces totalmente apagadas, una pareja solitaria fundida en un abrazo intenta recomponer el ideal de la unidad platónica, la pequeña lámpara que alumbra la pila de libros que está sobre mi mesa de noche guía mi mirada hacia aquellos libros pendientes de leer, mundos y personajes por conocer. Que el mañana, entonces, llegue pronto.

La respiración acompasada de nuestra Yolita que duerme plácidamente a nuestro lado (ya se cansó de esperarme, su mano sobre mi pierna) me recuerda que la hora de las sombras y los sueños ha llegado. Mañana le pediré que revise este texto.

Noche calurosa y apacible la de hoy.  ¿Qué hará nuestra amiga, de agradable voz y de hermosa sonrisa? Estas líneas, abundantes, extensas, y sobre todo la aventura placentera de recorrerlas, son para ella.


Lima, 28 de enero de 2006

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