28/11/13

DICCIONARIO DEL CINE PERUANO: CAMPESINO




(Artículo para la revista La Gran Ilusión)


Las primeras imágenes cinematográficas del campesino fueron realizadas por los cineastas de la llamada Escuela del Cusco (1955 - 1966). En ellas encontramos al hombre del campo realizando sus actividades comunales (fiestas, ceremonias, trabajo) como también aceptando los desafíos de su entorno (lucha contra la naturaleza y los animales).  Frescura en el descubrimiento, sentida reivindicación, encuentro vital con las raíces y los rituales caracterizaron estos primeros cortos documentales de la vida campesina, principalmente a LUCERO DE NIEVE (1956, Víctor y Manuel Chambi y Eulogio Nishiyama) y ESTAMPAS DEL CARNAVAL DE KANAS (1956, Víctor y Manuel Chambi), que recibieron reconocimiento internacional. Lanzados a la aventura del largo de ficción, KUKULI (1961, Eulogio Nishiyama, Luis Figueroa, César Villanueva)  y la fallida cinta JARAWI (1966, César Villanueva, Eulogio Nishiyama), entre la ingenuidad y la poesía, lo artesanal y ciertas pretensiones estéticas, reafirmaron, aunque sin la trascendencia de otras manifestaciones artísticas, la filiación de los cineastas a la corriente indigenista.

Con las ventajas de la Ley de Cine 19327 dada en el año 1972, se inició lo que poco tiempo después significaría para muchos, a través del corto y mediometraje, un verdadero saqueo de imágenes provenientes del pasado histórico, del diario acontecer y de la realidad nacional en general. Si bien es cierto que la imagen del campesino no salió tan bien librada de este masivo asalto a la pantalla,  hubo excepciones, entre ellas DANZANTE DE TIJERAS (1974, Manuel Chambi, Jorge Vignati), que en un insólito plano secuencia  registraba la danza ritual y, RUNAN CAYCU (1973, Nora de Izcue), que mezclando las imágenes fijas con documentales de archivo mostraba hitos importantes de la lucha reivindicativa del campesinado.

En el campo del largometraje, Federico García inauguró con KUNTUR WACHANA (1977), su frustrado proyecto de cine campesino. Tributario del reformismo del General Velasco, el film se identificaba con las históricas luchas del campesino cusqueño que tuvieron como colofón el proceso de Reforma Agraria. Las virtudes de esta cinta (el lirismo de algunos de sus pasajes aunado al decidido tono documental de otros momentos), hizo abrigar las esperanzas de contar con un genuino observador o cronista del mundo andino.

Lamentablemente, ni LAULICO (1980) ni EL CASO HUAYANAY (1981) pudieron superar un nivel de elementalidad en la puesta en escena, revelando a un García panfletario en su discurso político y primitivo en su quehacer cinematográfico. El campesinado continuó siendo observado con gran benevolencia o tratado como mero instrumento político, visto como masa carente de identidad o como ciego seguidor de mitos ancestrales, capaz de actos heróicos y, dogmáticamente, siempre con la razón de su parte.

Esta visión maniquea fue extremada en su ingenuidad en LOS RONDEROS (1987, Marianne Eyde) y  llevada al colmo de la inconsistencia en UN CLARIN EN LA NOCHE (1983, José Luis Rouillón). Sin embargo, la ingenuidad en la observación de Marianne Eyde hacia el universo campesino fue reemplazada por el coraje al enfrentar, en una coyuntura bastante difícil, el tema de la violencia terrorista y las comunidades campesinas de la Sierra en LA VIDA ES UNA SOLA (1993).

Del campo de la literatura se extrajeron dos títulos, LOS PERROS HAMBRIENTOS (1976) y YAWAR FIESTA (1986), ambos pertenecientes a Luis Figueroa. Los dos films adolecen de los mismos defectos (debilidad en su estructura narrativa, pobreza en los diálogos, malas actuaciones), pero también, como apunta Ricardo Bedoya, ambos, aunque especialmente el primero, permiten por breves instantes apreciar “una real autenticidad aportada por el carácter documental de su observación cinematográfica” y, es allí, tal vez, bajo este leve registro documental que la imagen del campesino y su entorno (naturaleza, tierra, rituales, etc.) encuentran una justa expresión fílmica que impiden el olvido total de estas cintas.



ROGELIO LLANOS Q.

No hay comentarios: