30/11/13

DISPAREN SOBRE EL PIANISTA



(TIREZ SUR LE PIANISTE, 1960, FRANCOIS TRUFFAUT)

Escribe: Rogelio Llanos

Al comienzo del filme, un hombre corre desesperadamente. Se estrella contra un farol y cae. Un desconocido lo auxilia. Conversan. De repente, surge el tema de la mujer, es decir el tema del amor, de la pasión.

A manera de viñeta que abre el filme, esta secuencia le permite a Truffaut instalar el tema de su predilección. Preparados como estábamos para apreciar un policial, nos encontramos con una historia de amor frustrado, de amor en fuga.

El protagonista es Charlie Kohler (Charles Aznavour) que evoca un pasado de desengaño amoroso que intenta olvidar. Charlie es un pianista de taberna. Antes fue un virtuoso del piano. La persecución gangsteril en la que se ve envuelto por causa de su hermano (el hombre que corre al comienzo), promueve la vuelta al presente de los fantasmas del pianista. Motiva, sobre todo, la segunda oportunidad de alcanzar la felicidad junto a Lena, la camarera que le declara que en su cumpleaños besó a todos para poder besarlo a él. Actitud semejante a la de Teresa, la ex esposa de Charlie, muerta por suicidio, que le confiesa que se acostó con un empresario para que él alcance el éxito profesional.

Besar a otros, acostarse con otros, porque se ama intensamente a una persona. Es contradictorio. Pero así es la pasión. Y así de apasionadas son las mujeres de Truffaut. Lena, Teresa,, y aún la prostituta Clarisse, inauguran un universo femenino hecho de encanto y de misterio, pero también de violencia, a veces no tan sutil, propia de una entrega apasionada, cuando no del cálculo frío y premeditado.

Estas mujeres, por cuyas piernas los hombres son capaces de dar la vida, tienen el privilegio de la iniciativa. Truffaut, enamorado del cine, no dudó en tomar como modelo a Mujer Pasional (Johnny Guitar de Nicholas ray, 1954) para diseñar sus personajes femeninos, con una fortaleza moral que avasalla a su contraparte masculina.

Entre la timidez y el rapto de audacia, entre la vulnerabilidad y el instinto de supervivencia, Charlie busca una identidad perdida en medio de avatares amorosos y frustraciones personales. El espejo en el que se ve reflejado en la taberna, es un continuo recuerdo de una imagen escindida que reclama recomponerse, que busca estabilidad y apoyo. Las mujeres parecerían llamadas a restablecer el equilibrio perdido, pero ellas tarde o temprano terminan por alejarse o morir. No hay esperanza alguna, sólo queda recomenzar la búsqueda, como sugiere el final de la película con la presentación de la nueva camarera y la mirada incierta de Charlie.

Y es que Truffaut tiene una visión pesimista de la vida. No cree en la felicidad duradera. La pareja, o el triangulo sugerido, no irá muy lejos. Permitirá, en cambio, un aprendizaje tanto más doloroso, pues los momentos vividos se han apurado como si hubieran sido los últimos.

Sin llegar a la altura de sus grandes filmes, aquí entremezcla la dulzura y la pureza de sentimientos, la fragilidad y el dolor con una sensibilidad rara veces vista en el cine. Disparen sobre el pianista, oscilando entre el humor y el drama, con una puesta en escena aún deudora de la estética de la Nueva Ola, nos convoca a seguir la suerte de los Charlie Kohler, de los Antoine Doinel o de los Bertrand Morane, seres atraídos irresistiblemente por el encanto de unas mujeres apasionadas como ellos, pero inasibles, mágicas, volubles…


Lima, segundo semestre, 1994

No hay comentarios: