8/12/13

PODEROSA AFRODITA


(Mighty Aphrodyte, 1995)

D: Woody Allen

- I -

Si nos remontamos a los inicios de la carrera de Woody Allen como director, con mucha dificultad encontraríamos allí al autor que es ahora. Es cierto, que desde un comienzo trabajó con constantes temáticas que perdurarían a través de los años, revisitadas una y otra vez en sus películas. Estas, dotadas de una cinefilia poco corriente por lo explícita y evocativa, se convirtieron en el terreno propicio para la exposición y discusión de sus preocupaciones más sentidas.

Su origen judío, la religión, el sexo, el psicoanálisis, el cine, etc. son algunas de sus preocupaciones, devenidas en obsesiones, que han sido abordadas de diferentes formas en sus cintas, aunque generalmente con mucho humor y  en algunos casos con gran causticidad. Pero, ni ROBO, HUYO Y LO PESCARON (1969, Take the money and run), BANANAS (1971), TODO LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER SOBRE EL SEXO (1972, Everything you always wanted to know about sex), EL DORMILON (1973, Sleeper) y LA ULTIMA NOCHE DE BORIS GRUSHENKO (1975, Love and Death), llegaron a tener la solidez, el alcance y la personalidad propias de una obra maestra que apuntalara las pretensiones de un aspirante a autor.

Es más, casi todas ellas, aún mostrando un humor muy ingenioso, no pueden desprenderse de un cierto carácter grotesco que las afea y las minimiza en relación a la obra creativa de Allen a partir de 1977. Claro está, el tiempo ha pasado, Allen es ahora un autor reconocido y, entonces, al volver a estos films encontraremos nuevos elementos, detalles que pasaron desapercibidos en la primera visión y, pues, no faltará quien efectúe una revaloración de estos productos y, hasta concluya en opiniones radicalmente diferentes a las que se dieran tiempo atrás. Lo cual, por cierto,  es legítimo, siempre y cuando no se exagere.

Por nuestra parte, seguimos pensando que los resultados obtenidos por Woody Allen hasta EL DORMILON, son bastante discretos. ROBO, HUYO Y LO PESCARON así como BANANAS son films un tanto burdos, con algunos buenos ratos de comicidad, y otros bastante malos. TODO LO QUE USTED QUISO SABER SOBRE EL SEXO, vale más que nada por la ingeniosa historia final en la que Woody Allen hace de espermatozoide angustiado a la espera de saltar en paracaídas en el momento de la eyaculación. EL DORMILON tenía un tono paródico y unas aristas críticas hacia los regímenes totalitarios que hizo las delicias de los críticos de izquierda en su momento, pero que terminaba por agotarse pasada la mitad de la cinta. LA ULTIMA NOCHE DE BORIS GRUSHENKO, en cambio, nos parece la más lograda cinta de esta época, a pesar de su ambiciosa y caótica puesta en escena llena de referencias cinematográficas, especialmente a Eisenstein y Bergman.

Hasta que llegó DOS EXTRAÑOS AMANTES (1977, Annie Hall) dejándonos atisbar al Woody que nos regalaría tiempo después esa inolvidable declaración de amor a New York, MANHATTAN (1979) (2), las soberbias e inquietantes obras corales HANNAH Y SUS HERMANAS (1986, Hannah and her sisters), CRIMENES Y PECADOS (1989, Crimes and Misdemeanors), MARIDOS Y ESPOSAS (1992, Husbands and wives), los siempre disfrutables homenajes al cine de LA ROSA PURPURA DEL CAIRO (1985, The Purple Rose of Cairo) y UN MISTERIOSO ASESINATO EN MANHATTAN (1993, Manhattan Murder Mystery), las pequeñas obras maestras ZELIG (1983), DIAS DE RADIO (1987, Radio Days), BROADWAY DANNY ROSE (1984) y un conjunto adicional de películas difícil de olvidar por su humor, su calidez  o su insólita seriedad. Pero esta es otra historia.

- II -

Lo que nos ha traído a esta evocación del pasado de Woody Allen es su última cinta, la número veintiséis, titulada PODEROSA AFRODITA, simpática sí, pero lamentablemente defectuosa, con logrados momentos pero con no pocas secuencias desperdiciadas o francamente ridículas. Y, justamente, en estas secuencias el fantasma del Woody de los comienzos, el del chiste fácil y de burda planificación se constituyó como para jugarnos una broma, no digamos pesada, pero sí de dudoso gusto.

En PODEROSA AFRODITA encontramos, luego de una presentación de la obra a cargo de un coro griego,  a Lenny Weintrib (Woody Allen), escritor deportivo, y a su esposa Amanda Sloan (Helena Bonham Carter) cenando con una pareja de amigos y, discutiendo  acerca de los deseos de ésta de adoptar a un niño. La secuencia, desarrollada en un sólo plano con un cámara que se desliza delicadamente (y, a contracorriente de esa especie de cinema-vérité instalado por la cámara de movimientos nerviosos de MARIDOS Y ESPOSAS) de un personaje a otro tiene la virtud de ubicarnos rápidamente en el centro del problema de la pareja, a la vez que establece el clima en el que se desenvolverán las escenas familiares: entre la tensión y el humor.

La resolución de la controversia pasa por la imposición de los deseos de Amanda, que no desea los contratiempos del embarazo. Al nervioso y conflictivo Lenny no le queda más remedio que intentar descubrir los encantos de la paternidad. Como, por ejemplo, buscar nombre para el  crío y repasar así su admiración por Groucho y Harpo Marx,Thelonius Monk o Django Reinhardt (1) ; comprar, con la compulsión consumista del americano medio, toda clase de juguetes y descubrir, con un orgullo no exento de cierto resentimiento (porque Amanda lo hizo todo y él sólo supo oponerse), las virtudes y excelencias del hijo amado.

Y esa brillantez que Woody aprecia en su pequeño hijo lo conduce a pensar en sus orígenes reales. La búsqueda de la madre del pequeño Max emparenta al film con la investigación de UN MISTERIOSO ASESINATO EN MANHATTAN, por lo desconcertante, graciosa y obsesiva. Hay que ver la torpeza de Lenny buscando en los archivos el nombre de la madre, una suerte de Jerry Lewis que traslada el caos al lugar a donde llega. Woody ha sabido desde un comienzo de su carrera los secretos del “gag” o chiste visual, pero también del humor verbal que lo hace deudor del más grande y más amado anarquista del cine, Groucho Marx.

La investigación de Lenny lo conduce a lo que viene a ser, sin duda, el gran hallazgo del film: Mira Sorvino, en su papel de prostituta deslenguada e ingenua. De formas opulentas y de actuar desenfadado, Linda Ash, es la encarnación del sexo mismo. Allen no necesita mostrar lo que Linda es capaz de hacer, le basta con decirlo. Los diálogos son lo suficientemente reveladores para hacer volar la imaginación y dar cuenta del carácter del personaje. Este es otro mérito de Allen, la revitalización de la palabra para que en contraste o en apoyo de la imagen potencien el humor hasta la hilaridad y hagan de los personajes unos seres inolvidables cuando no entrañables.

Linda utiliza un lenguaje procaz y violento, que es expresado con naturalidad y desparpajo. Además, Linda es una persona cariñosa y con cierto aire maternal. Por tal motivo, el personaje resulta, a contracorriente de la profesión que desempeña, cargado de inocencia y bondad.. Se descubre así un personaje lleno de humanidad, amable y auténtico. Tan sólo por ello, uno no se debe perder PODEROSA AFRODITA.

Allen, en su eterno papel de ser tímido y nervioso, angustiado y obsesivo, torpe y desgarbado está bien como siempre representando en esta oportunidad la contraparte de Alice, el personaje de la película del mismo nombre. Lenny es un marido que un día se descubre en medio de un matrimonio aburrido y que encuentra el motivo para evadirse de su realidad, embarcándose en la aventura de búsqueda primero y de educación después, de la madre verdadera de su hijo. Resulta así una suerte de Pygmalion intentando convertir en dama a la prostituta. Hay un pequeño guiño cinéfilo a VERTIGO (1958, Alfred Hitchcock), cuando Woody la viste y la peina (rubia, para mayor semejanza) con gran esmero.

Hasta aquí la cinta conserva una gran dignidad que, tal vez no lo haga tocar las alturas de los mejores films de Allen, pero que tampoco marcha muy a la zaga de ellos, si bien carece de la profundidad temática y de la riqueza y variedad de los personajes exhibidos en una buena parte de la filmografía del autor de MANHATTAN.

- III -

El problema se presenta cuando Allen intenta alargar la historia, llegando a situaciones tópicas y dándole a la anécdota una salida nada original. La búsqueda de pareja para Linda es una de ellas. No negamos que a ratos convoca a la risa, pero las acciones son un tanto torpes, convencionales e inverosímiles. El personaje del boxeador que desea ser agricultor se revela totalmente falso en su comportamiento. Su ingenuidad roza con la estrechez mental. El humor de la película está basado aquí, pues, en un diseño equivocado del personaje, que nos deja completamente indiferente. Finalmente, el peso de esta parte de la historia recae en el humor verbal de Allen, que corre el riesgo de saturar al espectador.

Peor es el personaje del proxeneta, que no suma nada a la historia y que aparece de manera caprichosa en el relato, rompiendo un tanto su continuidad. Humor chabacano basado en la agresión o en el contraste físico entre el fortachón y el menudo Lenny. Es el tipo de humor adefesiero que Los Tres Chiflados explotaron durante mucho tiempo en la TV y, ni el ingenio de Allen salva estos momentos poco felices emparentados con los peores segmentos  de sus películas iniciales.

Escenas tan chapuceras como las anteriores resultan ser también las correspondientes al coro griego -especialmente. las últimas- encargado de subrayar las acciones, advertir de los peligros a Lenny o transformarse en una especie de conciencia del personaje. Su presencia en el film es indeseable por la ruptura en la continuidad de la narración. A manera de viñetas se van insertando a lo largo de ésta y, si bien, ellas no son extrañas al cine de Allen (por ejemplo, los intertítulos entre secuencias en HANNA Y SUS HERMANAS), quien siempre ha tendido en sus cintas a una construcción de tipo episódico, aquí, se tornan abusivas no sólo por la frecuencia con que aparecen en el film sino, además, por la extensión de cada una de sus apariciones.

Lo peor, sin embargo, es que se trata de un humor grosero que hace extrañar el trazo fino con que Allen ha ido construyendo sus películas desde la ya lejana DOS EXTRAÑOS AMANTES y que, justamente, hizo olvidar en cierta forma, el cine hecho con anterioridad a esta cinta, a tal punto de que DOS EXTRAÑOS... se puede considerar como el inicio de su carrera como autor. Y, es una lástima que PODEROSA AFRODITA concluya con una esperpéntica danza del coro. Hay un final feliz para todos los personajes, pero para nosotros queda cierta desazón.

- IV -

Pero, a pesar de lo observado, la película es indudablemente “alleniana”. Sus temas están allí, especialmente la relación de pareja y el sexo. Además de las infaltables citas, burlonas en algunos casos, a la religión, a sus cómicos predilectos, a los sicoanalistas y al cine.

La relación de pareja es tal vez uno de los más viejos asuntos que preocupan a Allen. Una y otra vez Allen la ha llevado a imágenes en un intento de encontrar respuestas a los innumerables problemas que ella plantea. En PODEROSA AFRODITA, además del aburrimiento instalado por la rutina, hay un elemento adicional a los ya tocados en las otras cintas: la maternidad. Y si bien no constituye el centro del film, obrando más bien como resorte para la relación medular Lenny Weinrib-Linda Ash, sin embargo, la mirada de Allen no deja de ser sutilmente crítica. Por ello, nos encanta esa secuencia de la cena de las dos parejas, anteriormente aludida. Allí, al trazo elegante se une la mirada crítica de un director siempre alerta a los entredichos de pareja, no para juzgar o acusar, sí para comprender.

Ello no impide que Allen deje muy en claro su punto de vista respecto a los roles que los miembros de la pareja deben cumplir. Así, a Lenny no le hace ninguna gracia el tener que adoptar un niño, cuando sus genes están en condiciones de ser transmitidos y Amanda no tiene razón valedera alguna para negarse al embarazo. La excusa que exhibe Amanda, el trabajo en la galería propia, se revela carente de asidero y, lo que es más, contraproducente, pues motiva no sólo el alejamiento del hogar, el descuido en la crianza del niño y, finalmente, el peligro de ruptura de la pareja.

Allen viabiliza su punto de vista estableciendo una especie de separación de la pareja y trabajando el montaje en paralelo, aunque se aprecia un claro desbalance que afecta al personaje de Amanda. Sin embargo, no es la intención de Allen de abordar las relaciones de múltiples personajes como hiciera en HANNAH... o en MARIDOS...Por el momento, le interesa más mostrar los avatares de Lenny y Linda.  Por ello, acude a la simplificación en lo que a la relación de Lenny y Amanda se refiere.

De un lado, Lenny preocupado por encontrar a la madre real de Max y, de otro Amanda dedicada al montaje de la galería y al flirteo con Jerry (Peter Weller). Cada uno camina por su lado y, sólo después de la aventura extramatrimonial de cada uno de ellos, reconocerán la necesidad de volver a unirse. El final feliz de PODEROSA AFRODITA subraya el carácter de divertimento que tiene el film.

Lo que hay que lamentar es la falta de una actriz con la garra, el encanto y la neurosis de Diane Keaton, que haga la contraparte de Mira Sorvino. Y no es que Helena Bonham Carter esté mal, lo que sucede es que por más que aparezca con el pelo revuelto y desaliñada la seguimos viendo como el personaje etéreo creado por James Ivory en A ROOM WITH A VIEW o en HOWARD’S END.

Finalmente, el sexo es otra de las obsesiones del bueno de Woody. Y aquí, en PODEROSA AFRODITA, Woody se despacha a su gusto a través de la prostituta, personaje que precisamente vive de la explotación del sexo. Sólo que Linda es muy especial, pues disfruta de su profesión que le permite vivir con comodidad y acceder a la ilusión del estrellato cinematográfico, protagonizando cintas pornográficas.

El pudoroso y diminuto Lenny queda abrumado ante la avalancha verbal de Linda y lo llamativo de su físico. El contraste entre los dos personajes aquí sí funciona, desencadenando la carcajada o  la sonrisa placentera. Todo tiene la fuerza de lo espontáneo y verdadero. Woody es el de siempre y Mira Sorvino nos convoca, con su provocación constante a no perderla de vista. Sin duda, los méritos de PODEROSA FRODITA le pertenecen con todo derecho.

 ROGELIO LLANOS Q.

Notas:

(1) Thelonius Monk es uno de los grandes del jazz de los años cuarenta. Improvisación y ruptura de las armonías caracterizaron el estilo del llamado padre del “bop”. Django Reinhardt fue un consagrado jazzista europeo que a pesar de las graves quemaduras sufridas en sus manos llegó a ser un excelente guitarrista de mucha influencia en las bandas de los años cuarenta.

(2) Woody Allen y Martin Scorsese han hecho de New York uno de los motivos principales de su obra cinematográfica. Subyugados por su encanto le han declarado su afecto, conmocionados por su complejidad y gigantismo la han desnudado revelando ansiedades, depresiones y miedos. Amor y odio, ternura y dureza entremezclados como en las canciones de Lou Reed, especialmente en esa obra maestra del rock de los ochenta, NEW YORK (Sire, 1989).


1 comentario:

Paul dijo...

Los primeros trabajos de Woody Allen lo exponen más