(Nobody’s
fool, 1994)
Director:
Robert Benton
Un director habilidoso y un
reparto notable son las cartas de presentación de Las Cosas de la Vida.
Robert Benton no es ningún autor, pero debemos admitir que siempre nos interesó
por su aplicación en los diferentes géneros que le tocó abordar, aunque,
también es preciso decirlo, después de Mala Compañía, ese virulento y
descarnado “western” con el que debutara allá por 1972, nunca más volvió a
alcanzar las cotas establecidas por dicha cinta. Más bien, Benton optó, luego,
por un quehacer eficaz, pulcro, contenido y ausente de cualquier tipo de
audacia, contando para ello con actores de primera y con un buen director de
fotografía. Ayer fueron Dustin Hoffman, Sally Field, Meryl Streep bajo la lente
del recordado Néstor Almendros. Ahora, en Las Cosas de la Vida, Benton reune a
Paul Newman, Jessica Tandy, Melanie Griffith con John Bailey a cargo del
tratamiento fotográfico. Y el resultado está de acuerdo a esa línea que el
director de Kramer contra Kramer
prácticamente ha estandarizado: un relato bien armado y una ambientación
precisa.
Y decimos lo anterior sin
mucho entusiasmo, no porque el film nos moleste o incomode. Lo que sucede es
que uno espera algo más que el lucimiento de un grupo de actores que, sabemos,
difícilmente nos van a defraudar y, por otro lado, el film discurre con cierta
morosidad por los predios de esas historias amables, algo edulcoradas y de
buenos sentimientos, que nos da la impresión de lo ya visto o visitado. Una
apuesta fácil y sin complicaciones. Sin embargo, en medio del gris y frio
universo en el que se desenvuelve la historia, resulta imposible sustraerse al
carisma del personaje protagonizado por Paul Newman: Sully, a pesar de sus
años, es capaz de encantar a Toby
(Melanie Griffith), que generosa lo premia mostrándole juguetona y fugazmente
sus senos; aún posee la suficiente vitalidad como para poner en ridículo al
villano Carl (Bruce Willis), enfrentarse con la indignación del viejo pionero a
la ley abusiva o ganarse la buena voluntad y el cariño de su vieja amiga Miss
Beryl (Jessica Tandy, en un papel a su medida). Y tan sólo esta demostración talentosa
de un Newman indomable y tierno, que se entrega a un trabajo que lo sabe
carente de pretensiones mayores, hace que la visión de Las Cosas de la Vida se convierta en
un acto placentero.
Película de personajes
marginales, de situaciones casi intrascendentes, en la inevitable búsqueda de
razones para sustentar su existencia
diaria. Una puesta en escena que ensaya una mirada pudorosa a sus
protagonistas, en el límite con el melodrama, cuidando de no desbordarse,
limando las aristas más agudas e inclinándose por una historia gentil sin dejar
de ser simple, verosímil aunque echando en falta una dosis adicional de fuerza
y pasión.
Rogelio
Llanos Q.
No hay comentarios:
Publicar un comentario