8/12/13

LA MOSCA

(1986, The fly)

Director: David Cronenberg

Hacia el final de la película, abandonada toda esperanza de salvación,  el científico Seth Brundle (Jeff Goldblum), convertido en una mezcla de insecto-objeto, dirige con uno de sus deformados miembros la escopeta hacia su cabeza y pide a la que fue su amante (Geena Davis) que dispare. Este momento, provisto de gran intensidad emotiva, no sólo es el poderoso clímax del film, es también la culminación violenta de una transformación biológica que, a causa de un error inadvertido, se desencadena de manera aterradora convirtiendo en víctima al audaz protagonista de un experimento genético.

Descenlace inquietante, pero, en cierta manera, esperado, pues en las cintas de Cronenberg hay muy poco espacio para los finales felices. LA MOSCA, PACTO DE AMOR e incluso M. BUTTERFLY son claros ejemplos de lo que decimos. Siendo el cuerpo del protagonista - frágil, vulnerable, corruptible- el ámbito en donde ocurre los cambios, la materia con la cual se experimenta o el objeto que se manipula, no existe la posibilidad de retornar al ser original. Cicatrices, laceraciones, rugosidades, mutaciones magnificadas con el paso del tiempo, acompañarán al individuo hasta su violenta disolución. Finalmente, pareciera recordarnos Cronenberg, estos cambios no son sino una variación de la capacidad esencial del ser humano de transformarse físicamente, independientemente de cualquier ensayo genético, y esta transformación, que conlleva un deterioro físico y mental propio de la vejez  conduce ineluctablemente  a la muerte. El germen del horror existe, pues, en el mismo individuo, está en su naturaleza. Y ello, no corresponde, precisamente, al desarrollo y final de una historia placentera.  

De allí, pues, que LA MOSCA vaya más allá de la idea del castigo a la ambición o a la irresponsabilidad del científico que se atreve a ensayar un invento fuera de los cánones establecidos. El proyecto de Seth Brundle de teletransportar seres humanos, frustrado por la presencia de un insecto cuya carga genética se fusiona con la de él mismo, importa más que nada por la observación que el protagonista hace de la evolución de su propia monstruosidad, por el empecinado combate que realiza por intentar detener o revertir la mutación y por la angustia vivida por el personaje al ser testigo de su propia metamorfosis hacia el horror y la muerte.

Sin duda, LA MOSCA viene a ser uno de los puntos culminantes de la obra de Cronenberg, obra que gira en torno al cuerpo humano y todo lo que se relaciona con él. Las enfermedades, las heridas, la evolución física, la degeneración y especialmente el sexo y sus manifestaciones más desbocadas, son temas de interés para Cronenberg, interés que raya en la obsesión y que, inevitablemente, conducen a la desestabilización del espectador, al destruir, sin miramiento alguno, conceptos como seguridad, inmutabilidad, integridad, que están en la base de aquello que se ha dado en llamar normalidad.  En LA MOSCA, estos temas son abordados de manera muy original, con una pasión por el detalle que permite instalar una atmósfera cuya morbidez si bien no evita la presencia del humor,  en cambio, incide en los aspectos trágicos derivados de la pérdida progresiva de la forma humana del personaje.

Cronenberg hace uso de todos los medios técnicos a su alcance para hacer más impactante la mutación de Brundle. Nos impone a la vista la corrupción de la carne humana, proceso nauseabundo, terrorífico, desgarrador. Sin embargo, la inteligencia de Brundle -hasta los últimos momentos investiga la naturaleza del fenómeno y trata de revertirlo-  y sus sentimientos -el amor por la mujer, más intenso cuanto más avanzada está la degradación del protagonista- nos impiden olvidar que estamos frente a un ser que conserva aún intactos aquellos rasgos definitorios de la naturaleza humana. Y por ello, el film, a diferencia de otros del mismo Cronenberg, fríos, distanciados y, cómo no, revulsivos, se ve con sentimientos entremezclados de dolor y amargura, cuando no con compasión.


ROGELIO LLANOS Q.

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