30/4/14

LA MAGIA EVOCADORA DE PAUL McCARTNEY



Escribe: Rogelio Llanos Q,

Treinta y tres canciones en una noche hermosa. Entre el Hello Goodbye con el que inició el concierto y un Sgt Pepper´s Lonely Hearts Club Band  prolongado en un nostálgico The End, rock and roll potente, tiernas baladas, sentidos homenajes a los viejos amigos que se fueron. Paul McCartney,  cantó, tocó el bajo, el piano, la guitarra acústica y emocionó. Sólo o con su banda, Paul mostró la grandeza de los maestros: sencillez, talento, entrega generosa.

Nada casual que iniciara su presentación con Hello Goodbye. Un saludo breve, pero cálido, a un país que lo acoge con cariño casi cincuenta años después de su nacimiento musical, cincuenta años desde que  las voces e instrumentos de Paul, John, George y Ringo cambiaron de manera radical la manera de crear, interpretar y escuchar la música popular.

Ese joven de mirada pícara y actuar juguetón que corría y corría junto con sus compañeros, perseguido por las jóvenes fascinadas con su música y su imagen y que Richard Lester testimoniara en A Hard Day´s Night, estaba ahora en Lima, cincuenta años después, en un escenario de pantallas gigantes y luces multicolores, construido con toda la parafernalia electrónica para la ocasión.

Ese joven con espíritu de niño que con su música y sus canciones hizo las delicias de nuestros años mozos, era ahora el hombre que, con muchos arañazos en el corazón, pero con el espíritu templado como para seguir componiendo canciones de vitalidad contagiante, estaba ahora sobre el escenario flanqueado por dos guitarristas de estirpe y cubierto desde atrás por una batería de tambores cuyo tan tan nocturno fue una suerte de convocatoria a esos años esenciales que cambiaron la faz del mundo.

Nada casual que su primer encore lo concluyera con Get Back. Sí, porque pronto regresó al escenario para hechizar a su público con el clásico Yesterday, remecer, luego, los cimientos del Monumental con un poderosísimo Helter Skelter y concluir finalmente con el Sgt Pepper-The End.

Revisar los temas que Paul interpretó la noche de ayer, es recorrer su obra musical como Beatle, como líder de The Wings  y de la banda que ahora lo acompaña. Selección exquisita. Combinación equilibrada de ritmos. Lucimiento de una banda sólida y cómplice. Cómplice en la música, cómplice en la broma. ¿Quién no gozó con el arreglo musical en vivo y en directo del olé, olé ole, Paul, Paul? Tras escuchar atentamente la tonada que el público coreaba, y gesticular y bufonear un poco,  McCartney se animó a ponerle música. Con el bajo electrónico en ristre, inclinó el cuerpo hacia adelante, rasgueó las cuerdas, marcó la pauta  y las guitarras y la batería lo siguieron en una sincronización perfecta, mientras los cuarenta y tantos mil espectadores cantaban a voz en cuello y los corazones desbordaban alegría.

Podríamos hablar de cada uno de los temas que McCartney nos regaló anoche, pero de ello seguramente ya habrán dado cuenta los cronistas y críticos de música. Esta nota sólo pretende decir lo felices que fuimos ayer, viendo a uno de nuestros ídolos de niñez y juventud, y al que ahora apreciamos con la serenidad y calidez de la estación otoñal.

Ciertamente, saltamos, bailamos, gritamos, aplaudimos,  cantamos…y también nos emocionamos intensamente con la bellísima versión acústica de Blackbird y la siempre vitalísima Hey Jude. Siendo joven, cuántas veces disfrutamos de la exuberancia del genial álbum blanco y cómo nuestro corazón vibraba de emoción al escuchar los delicados sonidos y la hermosa voz de Paul en Blackbird. Lo que escuchábamos ahora no era un disco. El cantante estaba ante nuestros ojos. Escuchábamos fascinados la tonada, enternecidos, llenos de recuerdos, sin poder apartar la vista de aquel cuya voz tantas veces habíamos escuchado y tantas veces nos había emocionado. Paul McCartney dejó de ser sólo un nombre o una fotografía, cuya voz registrada  en los surcos de los viejos long plays, nos encandilaba con sus bellas melodías. Paul McCartney era un ser de carne y hueso que ahora se esforzaba por regalar a un público completamente entregado a él, lo mejor de su trabajo, lo mejor de su arte. Y nosotros estábamos allí para escucharlo, para admirarlo, para quererlo más.

Siendo joven fuimos incondicionales  de The Beatles. Los años pasaron y The Band y The Last Waltz, su canto de cisne,  cambió nuestra vida. Sobre los viejos discos de The Beatles empezó a acumularse una ligera capa de polvo. Bastaba, sin embargo, escuchar en la radio una de sus composiciones, cualquiera de ellas, para ir en busca del disco olvidado y aceptar su amable invitación a vivir, una vez más, esa experiencia reconfortante y plena de promesas como era la revisión exploratoria de aquel universo construido de imágenes nostálgicas y evocadoras.

Tal vez nunca les llegamos a perdonar que cada uno marchara por su lado. Y por eso, siendo cada uno de ellos diferente a los otros, siempre sobre imprimimos sobre sus imágenes individuales, la del grupo bienamado, la de la banda entrañable.
Band on the Run, cuya inspirada versión del concierto siguió a Something –hermoso homenaje al genial George Harrison-  fue en su momento –por su fuerza, por su originalidad- el golpe emocional que nos recordó  siempre –y anoche tanto como ayer-  que Paul (como cualquiera de los otros tres) antes que nada, era un Beatle y lo seguiría siendo toda su vida.

Anoche,  Paul, con su voz invicta, nos transportó en el tiempo hacia ese pasado entrañable de ocio y horas y horas sin fin al lado del tornamesa, escuchando y viendo girar a 33 1/3 revoluciones por minuto, All my Loving, Eleanor Rigby, Obla Di Obla Da, Back in the USSR, Paperback Writer, Let It Be, Something y todas aquellas canciones que hicieron de los cuatro de Liverpool la banda más famosa e influyente del mundo. ¿Tienes idea, Paul, de cuánta felicidad has brindado, con tu mágico quehacer, a tanta gente en esas casi tres horas de recital? (1)

El concierto de Paul McCartney fue para nosotros el reencuentro con la música de aquellos años plenos de ilusiones, de soles brillantes, matinées excitantes y veranos de horas de playa interminables. Pero fue también el reencuentro con ese pedazo de historia musical que nos marcó a fuego, que encendió nuestro corazón y enrumbó nuestro gusto musical por la senda gloriosa del rock and roll.

Lima, 10 de mayo de 2011
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Notas.
(1)     Del concierto nos llevamos un pequeño trofeo: el set list (o lista de canciones) que sirvió de guía a Paul (ver fotografía). La lista completa de canciones fue la siguiente:

  1. Hello Goodbye
  2. Jet
  3. All My Loving
  4. Letting Go
  5. Drive My Car
  6. Sing the Changes
  7. Let Me Roll It
  8. The Long and Winding Road
  9. 1985
  10. Let´em In
  11. I’ve Just Seen a Face
  12. And I Love Her
  13. Blackbird
  14. Here Today
  15. Dance Tonight
  16. Mrs. Vandebilt
  17. Eleanor Rigby
  18. Something
  19. Band on the Run
  20. Obla Di Obla Da
  21. Back in the USSR
  22. I Gotta Feeling
  23. Paperback Writer
  24. A Day in the Life – Give Peace a Chance
  25. Let It Be
  26. Live and Let Die
  27. Hey Jude

(Primer Encore)
  1. Day Tripper
  2. Lady Madonna
  3. Get Back

(Segundo Encore)

  1. Yesterday
  2. Helter Skelter
  3. Sgt. Pepper – The End

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