30/4/14

ADIÓS AL ENTRAÑABLE Y TALENTOSO LEVON...


Escribe: Rogelio Llanos Q.


Ophelia, The Night They Drove Old Dixie Down, Evangeline, The Weight son algunas de las canciones que en este momento recuerdo con mucho cariño y nostalgia. Se fue Levon Helm y siento mucha tristeza.

No es la partida de un músico cualquiera. Es la partida de un extraordinario cantante y baterista que formó parte de ese maravilloso grupo musical llamado sencillamente The Band. Sí, aquella banda integrada por Robbie Robertson, Garth Hudson, Rick Danko, Richard Manuel y el propio Levon. Aquella banda que oficialmente se despidió de los escenarios en 1978 y cuyo canto de cisne fue entonado en el concierto en el Winterland de San Francisco, concierto que Martin Scorsese perennizó en la hermosa The Last Waltz.

Luego de esa despedida, Robbie Robertson, el líder de la banda, se apartó del grupo. Los demás, poco después,  se reunieron para seguir tocando juntos. La música la llevaban en la sangre. No por algo habían influenciado en grandes como Bob Dylan, Eric Clapton y Neil Young.

Gracias a mi buen amigo Henry Flores pude ver hace poco el  vídeo Ramble at the Ryman que da cuenta de aquel concierto de Levon del 17 de septiembre de 2008. Vi el concierto con una mezcla de sentimientos: admiración por la entrega generosa del músico a su arte, nostalgia por aquellos años en que descubrí a The Band y la manera cómo su música cambió mi vida, emoción por la comprobación de cómo el tiempo no había podido derrotar al músico aguerrido: su vocalización en el canto y su manejo de las baquetas se mantenían incólumes. Pero, también, es cierto, sentí cierta inquietud y dolor al escucharlo hablar y verlo caminar: tenía ya la voz cascada y se movía con cierta dificultad bajo el peso de los años y de la enfermedad.

Sin embargo, por encima de todos aquellos sentimientos experimentados, se impuso una extraña felicidad. Esa voz, esa vieja voz que me traía hermosos recuerdos de los años de juventud, esos sonidos maravillosos que ahora saturaban mis oídos provenían de alguien que tercamente luchaba por mantenerse vivo y vigente. Sentí que mi corazón vibraba de emoción: estaba siendo testigo de la victoria moral de un hombre que luchaba por su vida. Era admirable ver cómo la fortaleza espiritual de este hombre se imponía a sus limitaciones físicas.

Una vez más, admiré a Levon. Viejo querido, cómo voy a poder olvidar esa versión de The Weight al final de tu  concierto. Sí, lo que aconteció en el Ryman Auditorium  es emoción pura. ¿De dónde sacabas tanta resistencia, viejo zorro? Era para no creerlo. Con tu figura gastada por los años y el corazón puesto a prueba ante una multitud que se inclinaba ante tu arte y tu entrega, me sentía fascinado. Quince hermosas canciones registradas en el disco y en el vídeo dan cuenta del otoño digno de este músico y cantante bien amado.

Sobre tu tumba escribiría como epitafio estas palabras que me salen del corazón: Ni el tiempo ni la cercanía de la muerte, pudieron  avasallar tu noble canto y tu golpe certero sobre tus amados tambores.

Gracias por tu música, Levon.

Lima, 19 de abril de 2012



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