Escribe: Rogelio Llanos Q.
- I -
Bajo la linterna frente a mi cuartel / Sé que me esperas, dulce amada mía / Y
tu corazón al susurrar / Bajo el farol latiendo está / Lili,
mi dulce miel / eres tú Lili Marleen /
Cuando llega un parte y debo marchar / Sin
saber, querida, si puedo regresar /
Sé que me esperas, siempre fiel / Bajo
el farol frente al cuartel /
Lili, mi dulce miel, eres tu Lili Marleen...... Y mientras la voz de
Marlene Dietrich se va apagando, Antonio García de Diego, Pancho Varona, Marita
Barrios, Pedro Barceló y Jaime Asúa caminan en el escenario hacia sus
instrumentos. Primera ovación de un público que los recibe expentante,
entusiamado, afectuoso.
Antonio toma su
guitarra eléctrica y lanza su primera descarga. Un directo al corazón. Que no
está en el disco. Lo ha preparado para esta ocasión, como el intro emotivo, punzante de un bolero con
resonancias rockeras con el que el Sabina –que ahora camina decidido, sonriente,
saco y bombín chaplinesco- da inicio a un concierto, que es a la vez la
inauguración de su tour 500 Noches Para
Una Crisis, gira inesperada porque no había disco nuevo de por medio, pero
que es, sin duda, oportuna y bienvenida. Doblemente bienvenida porque por
primera vez Sabina programa dos conciertos en Lima.
Esta gira, según
dice el mismo cantante, responde a su deseo de tocar en vivo el álbum de 1999, 19 Días y 500 Noches, en el mismo orden
con el que aparecen los temas en el disco. Sigue así los pasos de Roger Waters,
que nos presentó el célebre Dark Side of
the Moon y de Lou Reed que filmó, de la misma manera, el hermoso y
melancólico Magic and Loss y, tiempo
después, el ahora clásico Berlín. No
faltará alguien que se rasgue las vestiduras por poner al lado del Sabina a dos
enormes íconos del rock. Pues que lluevan sobre mí los denuestos, pero me
atrevo a afirmar que el Sabina hace rato que es uno de los grandes de la música
contemporánea.
Y es que 19 Días y 500 Noches, que precede al
pequeño infarto cerebral que lo puso fuera de circulación durante varios años,
tuvo una génesis en cuyo crisol se mezclaron los infortunios sentimentales del
cantante, pero también el despertar de nuevas ilusiones que, poco después
dieron lugar a una estabilidad emocional un tanto extraña en la agitada vida de
un Sabina que ahora luce flaco, con más canas y arrugas…pero, quizás, más
plácido y más lúcido.
Lo cierto es que
en los orígenes del disco, confluyeron el azar – personificados en el poeta y
amigo, Benjamín Prado y el ex Tequila, Alejo Stivel- y la inspiración de un
Sabina prolífico, con muchas cosas que contar y pronto a romper moldes y a
integrarse con todos los honores a lo que Rubén, el cantante de la banda
española Pereza, ha llamado con acierto el Olimpo de las Voces Rotas, donde
habitan Tom Waits, Louis Armstrong, Chavela Vargas y Bob Dylan.
19 Días y 500 Noches es un disco que
reivindica lo mejor de la actividad compositiva de Joaquín Sabina, muy consciente
del valor de esa grabación, cuyas pistas ahora las rememora a la luz de los
últimos quince intensos años de vida, y que coinciden con el tiempo compartido
con aquella mujer a la que canta con fruición: Ahora que tengo un alma/ que no
tenía / ahora que suenan palmas / por alegrías/ Ahora que nadie es sagrado / ni
sobre mojado / llueve todavía.
Porque ahora,
para aquel que cuyas canciones tomaban como motivo el universo macarra y
marginal, los tiempos sí han cambiado. Y aun cuando el escenario que recibe al
espectador tenga ese fondo rojo de burdel y la Dietrich nos remita a sus
encarnaciones de mujeres fatales, lo cierto es que Sabina, antaño insomne y
errante, conoce ahora de paz hogareña y, quizás, dentro de poco, de columpio en
el jardín. Y está feliz. Y canta a esa felicidad, con las composiciones de aquellos
días fértiles en que ‘las horas pasaban de prisa entre el humo y la risa’.
500 Noches Para Una Crisis es una gira
celebratoria. Otros quizás la vean como una de despedida. Puede ser ambas
cosas. Lo cierto es que entre el rock, el blues, el bolero, la rumba, la
milonga, la ranchera y el fox, Sabina estremece con su canto emotivo, con su
voz desgarrada y expresa abiertamente cuánto ama a su Jimena, a su Carmela y a
su Rocío, a sus amigos, a su España y a sus admirados Bob Dylan, Leonard Cohen
y J.J. Cale.
- II -
Memorioso e
irónico, Sabina alude también, en clave de rumba, a sus amores pasados en la
canción que da título al disco. Lo mismo hará más adelante, con aires festivos
que no ocultan su amargura por el desamor y sus remembranzas del Buenos Aires
bien amado, en Dieguitos y Mafaldas y
reincidirá, rumbero, con el corazón maltrecho y ajado, en Cerrado por Derribo. Los desengaños se curan con tragos y con
canciones. Bien sabe el flaco que las amarguras no son amargas cuando las canta
entre amigos y las escribe junto a su Panchito Varona y su Antonio García de Diego,
sus incondicionales de siempre.
Fiesta de
acústicas, fiesta de coros. Y también fiesta de imágenes, porque los sonidos y las
voces encuentran su correspondencia en unos dibujos nacidos del ejemplo de su
maestro Dylan, trazados con la pasión de ‘un profano que disfruta desenredando
el pubis de las putas… soñando con fundar la primavera… quemando las horas
muertas’, cuando Venus le es esquiva o cuando ellas desaparecen al filo del
amanecer.
Y claro, no hay
desengaños sin huella, y si bien el resentimiento y la crueldad ya se han aquietado
con los años, la interpretación de Barbi
Superestar –una suerte de Princesa,
veinte años después- sigue golpeando con la misma dureza de lo vivido en el
ayer. Cómo una historia así la podemos celebrar y cantar a voz en cuello, sin
duda se debe a la magia de unas guitarras cuyos sonidos afilados en el ‘intro’
y vigorosos y acompasados a lo largo del canto, remecen y entusiasman.
Cómo olvidar a un
Sabina exultante, guitarra eléctrica en ristre, mientras alienta a un inspirado
Jaime Asúa a mandar a la estratósfera los decibeles alcanzados por las cuerdas
de su guitarra rítmica. Cómo no sentir el galope desbocado del corazón cuando
una y otra vez Sabina, apelando a los acordes iniciales de Princesa, incita a su banda a inundar el espacio sonoro con las
poderosas vibraciones de un rock que, más allá de sus notas alegres esconde el
itinerario del desamor y el fracaso.
- III –
Entre la dulzura
y la tristeza, Sabina nos acerca en cada interpretación hacia el universo
femenino al que tantas horas de su vida ha dedicado. Antonio García de Diego,
viejo cómplice de aventuras del cantante, lo acompaña con su piano de notas
melancólicas en su derrotero evocador de aquellos tiempos transcurridos entre
flores de un día, damas de noche y aves de paso. Una canción para la Magdalena, nos lleva también hacia las caderas
de leche y miel, de una Marita Barrios, anhelante y provocadora, que luego
terminaría de hechizarnos –en la segunda parte del show- con su voz poderosa en
La Canción de las Noches Perdidas, Penúltimo Tren y el prólogo de Y sin embargo.
Ya sea con
guitarra eléctrica o acústica, piano o armónica, Antonio García de Diego es un
maestro. Sabe qué notas pulsar para acelerar nuestros corazones, para
emocionarnos. Basta con escuchar el riff de guitarra que interpreta en A Mis Cuarenta y Diez para reafirmar
todo lo bueno que ya conocíamos de él a lo largo de su carrera junto a Miguel
Ríos, Pancho Varona y el mismo Joaquín Sabina. Un músico de estirpe. Todo un
placer verlo en el escenario al lado de sus amigos, bromeando cómplice en Pero Qué Hermosas Eran, haciendo los
coros en Pastillas Para No Soñar, construyendo
con las notas de su guitarra la atmósfera intimista de Donde
Habita el Olvido y cantando a pleno pulmón (con olvido impune del Fito Páez
de Enemigos Íntimos), en Vuelven los Dragones.
Si me dieran a
elegir una canción del Sabina, optaría por De
Purísima y Oro. La España de la guerra civil queda reflejada en cada verso
de esta hermosa y melancólica canción. En ella desfilan nombres, objetos,
lugares y hechos que acontecieron entre los años treinta y cuarenta en un país
en el que el sonido de las balas de la dictadura era ocultado por la voz de una
Celia Gámez inflamada de nacionalismo y los escritos militantes de un José
María Pemán tradicionalista y conservador. El sensible toque de mandolina de
Antonio García de Diego y el bajo cómplice de Pancho Varona acentúan el tono
triste de una canción que, particularmente, me conmueve y me subleva. De Purísima y Oro, teniendo como motivo
el conflicto que desangró a España no es ajena a la estructura y concepción del
disco y del concierto. El paisaje que surge de la composición del Sabina se
nutre también de los amores entre el gran Manolete y la controvertida actriz
conocida como Lupe Sino. Dedicada a su gran amigo, el torero José Tomás, De Purísima y Oro es una de las
canciones que Sabina canta en estado de gracia.
Con la Frente Marchita es otra bella canción
que he tenido el privilegio de escuchar ahora. Teniendo como motivo el recuerdo
de un amor por una joven bonaerense, Sabina construyó un tema, con resonancias
tangueras, cuya evocación nostálgica atrapa y emociona. En Argentina, y lo vi
en el Luna Park, en uno de los conciertos de la gira Dos Pájaros Contraatacan, Sabina supo al interpretar esta canción
–en feliz dúo con Serrat- que Baires se rendía a su canto y a su afecto y supo
también, quizás en ese instante, cuánto lo amaban los porteños.
La interpretación
de Con la frente Marchita en el
primer concierto de esta gira del Sabina, dio lugar a un encendido homenaje a
Leonard Cohen por parte de Pancho Varona. Su atuendo, con sombrero incluido,
trajo de inmediato a la memoria una de las más conocidas imágenes de Cohen: la
de la portada del disco que registra su concierto de 2008 en Londres. Muy en
caja, Pancho ejecutó una interpretación sobria, grave, intensa, afín a la de su
maestro, el creador de Suzanne. Pancho
cantó, como dice el Sabina, con la tristeza de todo lo que se pierde. En el
segundo concierto, hubo una variante, Pancho Varona rindió homenaje a JJ Cale,
con un rítmico y ligero Conductores
Suicidas.
- IV -
Los dos
conciertos de Sabina en Lima han tenido sus sorpresas. No esperábamos oír
cantar a los miembros de su banda. Pues lo hicieron, y lo hicieron muy bien,
empezando por Jaime Asúa y su incendiario rock and roll en El Caso de la Rubia Platino. Definitivamente, se trata de una banda
muy sólida y firmemente asentada -por el talento, por el derroche amical, por
las admiraciones comunes- en el universo afectivo-musical del cantante.
Bajo tales
coordenadas al Sabina le es fácil declarar su afecto y admiración a quienes él
considera sus grandes influencias. Sus guiños melómanos o literarios y sus
abiertos homenajes a todos los que lo han ayudado a llegar al lugar donde ahora
está, encuentran una natural complicidad en las interpretaciones de sus músicos,
capaces de reinventar junto a él, las tonadas dylanianas de I shall be released (en la versión
alterna de Arenas Movedizas) o, como
lo hizo en sus dos conciertos de ahora, de It
aín´t me, Baby (No Soy Yo, Nena).
Escuché decir a
alguien que pronto habrá disco del Sabina. No lo sé. Y si lo hubiera, no sé si
pueda remontar la valla elevada que supuso Vinagre
y Rosas, el notable disco que escribió al alimón con Benjamín Prado. No
olvidemos que la estabilidad emocional y el arraigo familiar nunca se han
llevado bien con la creatividad del artista. El Back Home de Eric Clapton es un buen ejemplo de ello. Pero, bueno,
eso es el futuro. El ahora, es un Sabina cuyas interpretaciones, a despecho de
un otoño ya presente, siguen siendo apasionadas, generosas y sarcásticas. Lo
suficiente como para cantar con la misma intensidad de antaño: A ti te estoy
hablando, a ti / que nunca sigues mis consejos, / A ti te estoy gritando, a ti
/ que estás metido en mi pellejo / a ti que estás llorando ahí, / al otro lado
del espejo, / a ti que no te debo / más que el empujón que anoche / me llevó a
escribir esta canción / . Corre…dijo la
tortuga…. Eh, Sabina…que la tortuga siga corriendo…
Lima, 25 de
agosto de 2014.
Joaquin Sabina- Lista de Canciones
Viernes 22 de Agosto
1. Ahora que...
2. 19 días y 500 noches
3. Barbi superestar
4. Una canción para Magdalena
5. Dieguitos y Mafaldas
6. A mis cuarenta y diez
7. El caso de la rubia platino (Jaime Asúa)
8. Donde habita el olvido
9. Cerrado por derribo
10. Pero qué hermosas eran
11. De purísima y oro
12. Como te digo una 'co' te digo la 'o'
13. Noches de boda – Y nos dieron las diez
14. Con la frente marchita (Pancho Varona)
15. Canción de las Noches Perdidas (Mara Barrios)
16. Penúltimo tren (Mara Barrios)
17. Corre... Dijo la tortuga
18. Y sin embargo...
19. Rosa de Lima
20. Princesa
Encore
21. Si volvieran los dragones (Antonio Garcia de Diego -
Joaquín)
22. Peces de ciudad
23. Contigo
24. No soy yo, nena (It ain't me, baby)
25. Pastillas para no soñar.
Despedida de la banda con fondo de Los Buenos Borrachos
Joaquin Sabina- Lista de canciones
Sábado 23 de Agosto
1. Ahora que...
2. 19 días y 500 noches
3. Barbi superestar
4. Una canción para Magdalena
5. Dieguitos y Mafaldas
6. A mis cuarenta y diez
7. El caso de la rubia platino (Jaime Asúa)
8. Donde habita el olvido
9. Cerrado por derribo
10. Pero qué hermosas eran
11. De purísima y oro
12. Como te digo una 'co' te digo la 'o'
13. Noches de boda – Y nos dieron las diez
14. Conductores suicidas (Pancho Varona)
15. Canción de las Noches Perdidas (Marita Barrios)
16. Y sin embargo...
17. Rosa de Lima
18. No soy yo, nena (It ain´t me, baby)
19. Princesa
Encore
20. Si volvieran los dragones (Antonio Garcia de Diego -
Joaquín)
21. Peces de ciudad
22. Contigo
23. Pastillas para no soñar.
Despedida de la banda con fondo de Los Buenos Borrachos
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